"EL CATALIZADOR DEL PENTECOSTÉS"
Mirándome a través de sus pendiente con patillas de oro, me dijo: "Reverendo, yo creo en el bautismo del Espíritu Santo y fuego... pero no me agradan los ruidos, los gritos".
"Hermana, usted es como yo", le respondí. "Hay muchas manifestaciones que veo en el pueblo de Dios que personalmente no me agradan, pero, sabe usted, cuando el Espíritu de Dios viene sobre mí, lo disfruto". "Sus labios pequeños se cerraron finamente en ligero desacuerdo, pero continué:
"...Ahora, hermanita, si usted desea ir al cuarto de oración y orar para ser bautizad en el Espíritu Santo, por favor, hágalo. Y cuando suceda, no grite a menos que lo sienta. Simplemente sea usted misma". "Ella asintió vigorosamente. "Naturalmente, así será". "...Yo estaba ocupado en mi oficina, a más de veinte metros de distancia, y pronto olvidé que ella estaba allí. Entonces, de repente... escuché un grito agudo. "Me puse en pie de un salto, y abrí rápidamente la puerta para ver dentro de la iglesia, y ahí venía la damita, saliendo del cuarto de oración, corriendo como si la hubieran disparado con un cañón. Comenzó a saltar y danzar, y gritar en el Señor. Era algo extraordinario ver a esta dama reservada y refinada de pendientes de oro, danzando y agitándose, gritando y cantando intermitentemente en lenguas y en inglés. "Salí a recibirla y, sonriendo por dentro, comenté: "Hermana, lo que usted está haciendo no me agrada especialmente".
"Ella saltó muy "indecorosamente" por el aire y gritó: "iQuizá a usted no, pero a mí sí! "
William J. Seymour sirvió como "catalizador" del "movimiento pentecostal" en el siglo XX, y de esa manera convirtió a un pequeño establo en la calle Azusa de Los Ángeles en el centro de un avivamiento internacional. Dado que el bautismo del Espíritu Santo con la evidencia del hablar en lenguas era parte vital de las reuniones que allí se realizaban, Seymour se convirtió en el líder del primer movimiento organizado que promoviera esta experiencia. En Azusa, blancos, negros, hispanos y europeos se reunían y adoraban juntos, cruzando límites culturales anteriormente inquebrantables. Aunque el éxito del avivamiento fue breve, aún disfrutamos de sus resultados. Hoy, Azusa es una palabra común en la familia de Dios.
La obra misionera de la calle Azusa fue escenario de algunas historias extrañas. Poco les preocupaba el tiempo a estos pioneros pentecostales que muchas veces oraban toda la noche por la liberación de alguna persona. Ellos creían en la Palabra de Dios y aguardaban su manifestación.
En cada situación que surgía, los hermanos demandaban en la autoridad de la Palabra de Dios. Si los insectos amenazaban con destruir la cosecha de un hermano, los creyentes de Azusa marchaban al campo y declaraban la Palabra de Dios sobre los sembrados y los insectos.
En cada relato que haya quedado registrado, los insectos se quedaron donde estaban y no cruzaron los límites de los campos. Si estaban destruyendo el campo del vecino. se quedaban a unos veinte metros de distancia de los sembrados del creyente.
Otro relato dice que un gran grupo de bomberos llegó corriendo a la obra misionera de la calle Azusa mientras se estaba desarrollando un culto, con mangueras para apagar un incendio. ¡Pero no había incendio! Los vecinos de la obra misionera habían visto una luz que les había hecho pensar que el edificio estaba envuelto en llamas, y habían llamado a los bomberos. Pero lo que habían visto era en realidad la GLORIA DE DIOS.
OJO DE TIGRE
Centerville Louisiana es una ciudad del Sur situada en un terreno pantanoso a pocas millas del Golfo de México. El 2 de mayo de 1870. Simon y Phyllis Seymour tuvieron allí un hijo varón. Los Seymour habían sido liberados de la esclavitud sólo pocos años antes.
William nació en un mundo de horrible violencia racial. El Ku-KluxKlan había estado haciendo estragos durante años. Se había dictado la ley Jim Crow. que prohibía a los negros cualquier tipo de justicia social. La segregación era común, aun en la iglesia.
Una vez libres de esclavitud los padres de Seymour continuaron trabajando en la plantación. William creció y siguió sus pasos. Sin dejarse abatir por la falta de posibilidades de acceder a la educación, él, como muchos otros se enseñó a sí mismo principalmente por medio de la lectura de la Biblia.
Seymour encontró su identidad en Jesucristo, creyendo que el Señor era el único liberador de la humanidad. Era un joven sensible y animoso hambriento de las verdades de la Palabra de Dios. Se dice que experimentó visiones divinas y que siendo de muy temprana edad comenzó a anhelar el regreso de Jesucristo."
A la edad de veinticinco años, Seymour finalmente rompió con la atadura mental de su complejo de inferioridad e hizo algo que pocos hombres negros se atrevían a hacer: dejó su tierra natal en el sur de Louisiana. y se dirigió al Norte, a Indianápolis, Indiana. Según el censo de los Estados Unidos en 1900, sólo EL 10 por ciento de los negros habían dejado el Sur. Pero Seymour estaba convencido, y partió. Estaba decidido a que las cadenas hechas por el hombre jamás volvieran a atarlo.
SANTOS Y VIRUELA
Indianápolis al contrario del ambiente rural del Sur, era una ciudad pujante que ofrecía cantidad de oportunidades. Pero muchos comercios aún cerraban sus puertas a la población negra, por lo que Seymour sólo pudo encontrar trabajo como botones en un hotel.
No mucho después de llegar, comenzó a congregarse en la Iglesia Metodista Episcopal Simpson Chapel. Esta rama de los metodistas del Norte tenía un fuerte empuje evangelístico para gente de todas clases, que atraía a Seymour. El ejemplo de la iglesia lo ayudó a formular más en detalle sus propias creencias. Para él cada vez era más claro que en la redención de Jesucristo no había división alguna por clase o color de piel.
Pero no pasó mucho tiempo antes que las divisiones raciales se endurecieran en Indianápolis, por lo que se mudó a Cincinnati, Ohio. Allí continuó asistiendo a una iglesia metodista, pero pronto notó que su doctrina también se estaba endureciendo. Seymour era un ávido seguidor de John Wesley. Wesley creía en la oración ferviente, en la santidad, la sanidad divina y que no debía haber discriminación en Jesucristo. Pero parecía que los metodistas estaban apartándose de sus raíces originales.
En busca de una iglesia, encontró accidentalmente a los Santos de la Luz Vespertina, que luego serían conocidos como Movimiento de Reforma de la Iglesia de Dios. El grupo no utilizaba instrumentos musicales. Las mujeres no usaban anillos ni maquillaje. No bailaban ni jugaban a las cartas. Aunque parecía una religión de prohibiciones, eran extremadamente felices, y encontraban gozo en su fe tanto en los momentos buenos como en los tiempos difíciles.
Seymour fue cálidamente recibido por los Santos. Fue en este ambiente que recibió el llamado al ministerio, pero luchó con este llamado, al que tenía miedo de responder. En medio de esta lucha contrajo viruela, que en esa época generalmente era fatal. Sobrevivió a tres semanas de horribles sufrimientos. pero quedó ciego del ojo izquierdo y con terribles marcas en el rostro.
Seymour creía que había contraído la enfermedad por negarse al llamado de Dios, por lo que inmediatamente se sometió al plan del Señor y fue ordenado por los Santos. Pronto comenzó a viajar como evangelista itinerante, reuniendo lo necesario para su propio sostén. En esa época, pocos ministros pedían ofrendas y Seymour como muchos en su círculo, creía que Dios sería su proveedor. Creía que si Dios lo había llamado, lo sostendría.
¿HABLAR EN LENGUAS, HOY?
Seymour dejó Cincinnati y viajó hacia Texas, evangelizando por todo el camino. Cuando llegó a Houston, encontró familiares suyos allí, por lo que decidió hacer de esta ciudad la base de su ministerio.
En el verano de 1905, el evangelista Charles F. Parham realizaba cruzadas en el Bryn Hall, ubicado en el centro de Houston. Cada noche, después que se despejaba el tránsito, Parham y sus colaboradores marchaban por el centro vestidos con sus espectaculares trajes de la Tierra Santa, llevando en alto el estandarte del "Movimiento de la Fe Apostólica". Los periódicos escribían favorablemente sobre las reuniones, que muchas veces llegaban a ser noticia principal.
Houston era una ciudad de gran diversidad cultural, por lo que las reuniones de Parham atraían a gente de todas las razas. Una mujer amiga de Seymour, la señora Lucy Farrow, asistía a las reuniones de Parham regularmente, y había desarrollado una agradable relación con su familia. Parham le ofreció el puesto de gobernanta de sus hijos si los acompañaba a Kansas, donde vivían. Farrow era pastora de una pequeña iglesia de la Santidad, pero su amor por la familia de Parham y su hambre espiritual la motivaron a ir con ellos. Cuando aceptó, preguntó a Seymour si pastorearía la iglesia en su ausencia. Él aceptó hacerlo hasta que ella regresara, dos meses después, con la familia Parham.
Cuando la Sra. Farrow regresó a Houston, le contó a Seymour los maravillosos encuentros espirituales que se habían producido en el hogar de los Parham, incluyendo el hecho de que ella misma había hablado en lenguas. Seymour se conmovió con la experiencia, pero cuestionó la doctrina. Más tarde la aceptaría, aunque él mismo no habló en lenguas sino hasta tiempo después. Los Santos de la Luz Vespertina no aprobaban la nueva teología de Seymour, por lo que este dejó el grupo, sin haber hablado en lenguas aún. Entonces Charles Parham anunció la apertura de su instituto bíblico en Houston en el mes de diciembre, y la señora Farrow insistió firmemente en que Seymour asistiera. Movido por el fervor de su amiga y por su propio y creciente interés, Seymour se inscribió.
El instituto de Parham en Houston fue establecido en forma muy similar al de Topeka, Kansas. Era un estilo de vida comunitario en una casa. Los estudiantes y su instructor pasaban días y noches juntos, orando y estudiando la Palabra informalmente. Los alumnos no debían pagar cuota alguna, pero debían confiar en que Dios proveería para sus necesidades. Debido a la práctica culturalmente aceptada en esa época, es dudoso que se permitiera a Seymour quedarse allí por las noches. Parham se conmovió al ver el hambre que Seymour tenía por la Palabra. Y personalmente creo que aunque Parham lo había recibido muy bien, Seymour sólo se quedaba en el instituto durante el día. Aunque no adoptó todas las doctrinas que Parham enseñaba, adoptó la verdad doctrinal relativa a Pentecostés. y pronto desarrolló su propia teología a partir de esta.
EN EL PRINCIPIO
Después de completar sus estudios en la escuela de Parham los eventos que llevaron a Seymour a Los Ángeles se produjeron rápidamente. A principios de 1906, Seymour comenzó a hacer planes para comenzar una nueva iglesia pentecostal en la que pudiera predicar su recién hallada doctrina. Entonces, inesperadamente recibió una carta de la señorita Neely Terry. Esta, que había estado visitando unos parientes en Houston, había asistido a la iglesia en que Seymour había reemplazado a la Sra Farrow. Cuando Terry regresó a California no había olvidado su suave pero seguro liderazgo. En la carta la Srta Terry invitaba a Seymour a ir a Los Ángeles para pastorear una congregación que se había separado de una iglesia nazarena. Creyendo que esta carta revelaba su destino. Seymour empacó y partió para California a fines de enero. Luego escribiría:
"Fue un llamado divino el que me trajo de Houston, Texas, a Los Ángeles. El Señor lo puso en el corazón de una de los santos en esa ciudad para que me escribiera diciendo que sentía que el Señor deseaba que yo fuera allí, y sentí que era del Señor. Él me proveyó los medios y vine a hacerme cargo de la obra misionera en la calle Santa Fe"
EL ESTADO ESPIRITUAL DE LA CIUDAD
En Los Ángeles estaba surgiendo un hambre espiritual. Había un profundo deseo, un anhelo de que algo sucediera. Había evidencias de un avivamiento espiritual aún antes que Seymour llegara. Los evangelistas del principio del siglo habían extendido el fuego por todo el sur de California y muchos grupos de personas estaban orando y testificando por la ciudad puerta a puerta. En realidad, la ciudad entera estaba al borde de un gran estallido espiritual ya que muchas congregaciones cristianas de Los Ángeles estaban buscando a Dios con sincera devoción.
En 1906. Los Ángeles era una figura en miniatura del mundo. La discriminación racial rara vez era practicada ya que personas de todas las culturas desde la china hasta la hispana, se dirigían hacia allí. Un grupo en particular. la Primera Iglesia Bautista de Los Ángeles, estaba esperando el regreso de su pastor, el Rev. Joseph Smale, que había emprendido un viaje de tres semanas a Gales para visitar al gran evangelista galés. Evan Roberts. Smale ardía de pasión por Dios, y esperaba traer ese mismo avivamiento que había visitado Gales, a su regreso a Los Ángeles.
Otro evangelista y peliodista. Frank Bartleman, compartía una visión similar, y se unió a esta iglesia en oración. Bartleman escribió a Roberts pidiéndole instrucciones para el avivamiento. Una respuesta de Evan terminaba de esta manera: "Oro para que Dios escuche su oración mantenga firme su fe y salve a California". Bartleman decía que de estas cartas recibió el don de la fe para el avivamiento que se avecinaba. Él creía que las oraciones de Gales tenían mucho que ver con el derramamiento de Dios en California y afirmó luego que "El avivamiento mundial que existe hoy surgió de la cuna de la pequeña Gales"
En Los Ángeles había un pequeño grupo negro ansioso de recibir más de Dios, que se reunía para adorar. La líder de este grupo era la hermana Julia Hutchinson que enseñaba la santificación en una forma que no estaba de acuerdo con la doctrina de su iglesia. Por lo tanto, el pastor expulsó a las familias que se prestaban a su enseñanza, las cuales eventualmente formarían el grupo que luego tendría a Seymour como pastor.
El grupo no se desalentó. Rápidamente comenzaron a reunirse en el hogar de Richard Asbery y su esposa y crecieron tanto que debieron alquilar un pequeño salón para una obra misionera en la calle Santa Fe. Junto con este crecimiento vino el deseo de un cambio en el liderazgo. El grupo sentía que un extraño al área de Los Ángeles funcionaría mejor ya que podría inspirarles más respeto. Y la señorita Terry prima de los Asbery, creía que había sólo un hombre que podía cumplir esa tarea. Después de orar al respecto, todos decidieron enviar una invitación a Seymour.
HACIENDO LLEGAR EL MENSAJE
Seymour llegó a Los Angeles, donde ya se vivía un clima de avivamiento en toda la ciudad que parecía revalidar su sentido de haber sido llamado. El gran grupo se reunió, ansioso por escuchar el primer sermón de Seymour, quien disertó poderosamente sobre el evangelio de la sanidad divina y el pronto retomo de Cristo. Luego comenzó su mensaje sobre Hechos 2:4 y el hablar en otras lenguas. Seymour enseñó que una persona no es bautizada en el Espíritu Santo a menos que hable en otras lenguas, y al mismo tiempo admitió que él mismo no había recibido aún esta manifestación. Pero aún así la proclamó como Palabra de Dios.
Recibió reacciones diversas ante este mensaje. Mientras algunos estuvieron de acuerdo, otros lo criticaron fervientemente. Una familia de apellido Lee lo invitó a cenar con ellos un domingo por la noche. Al regresar con él a la obra misionera, después de cenar, encontraron las puertas cerradas con candados. La hermana Hutchinson estaba enfurecida y había declarado que no permitiría enseñanzas tan extremas en su pequeña obra misionera de la calle Santa Fe. Seymour tampoco pudo entrar al cuarto donde dormía, contiguo a la misión.
Ahora Seymour se encontraba con poco dinero y sin lugar donde alojarse, así que los Lee se vieron obligados a llevarlo a su casa, aunque tenían ciertas reservas. Mientras estuvo con los Lee, permaneció a puertas cerradas en su cuarto, orando y ayunando. Después de varios días, Seymour los invitó a orar con él. Ellos aceptaron la invitación y comenzaron a actuar en forma diferente hacia él. Pronto otros miembros de la obra misionera se enteraron de las reuniones de oración en casa de los Lee y comenzaron a reunirse con ellos. Seymour empezó a ser conocido como un hombre de oración.
Pronto la hermana Hutchinson supo que varios estaban uniéndose a Seymour, por lo que organizó una reunión entre este y los líderes de la Santidad para determinar de dónde surgía el error Seymour enfrentó a un grupo difícil y numeroso de líderes de la Santidad en su propia Inquisición, pero se aferró a la Palabra. Volvió a leer Hechos 2:4 y explicó que a menos que los predicadores de la Santidad tuvieran la experiencia que se había producido en el Aposento Alto, no estarían bautizados en el Espíritu Santo. Según Seymour, el problema de ellos era con la Palabra de Dios, no con él.
Un ministro que había estado en su contra, luego dijo: "La contienda surgía enteramente de nuestra parte. Nunca he encontrado un hombre que tuviera tal control de su espíritu. Ninguna acusación, ninguna confusión parecía alterarlo. Se sentó detrás de esa maleta y nos sonrió hasta que nuestras propias acciones nos condenaron a todos".
CALLE BONNIE BRAE NORTE 214
Todos pudieron ver el efecto calmante del liderazgo de William J. Seymour. Después de concluida esta investigación, los Asbery le pidieron que se mudara a su hogar en la calle Bonnie Brae Norte y condujera reuniones allí regularmente. Seymour aceptó, y el pequeño grupo comenzó a reunirse a fines de febrero de 1906. Las reuniones consistían en orar durante horas buscando el bautismo del Espíritu Santo.
Cuando las reuniones crecieron, Seymour pidió ayuda a su vieja amiga Lucy Farrow. Explicó al grupo que Farrow tenía una extraordinaria capacidad para presentar el bautismo del Espíritu Santo, y reunieron dinero para traerla de Houston. Cuando la hermana Farrow llegó Seymour anunció que el grupo iniciaría un ayuno de diez días hasta que recibieran la bendición divina del bautismo del Espíritu Santo. El grupo ayunó y oró todo el fin de semana. El lunes, el Sr. Lee llamó a Seymour para que fuera a su casa y orara por su sanidad. Seymour ungió a Lee con aceite, oró por él, y Lee fue sanado instantáneamente. Entonces, Lee le pidió que le impusiera las manos y orara por el bautismo del Espíritu Santo. Seymour le impuso nuevamente las manos, y esta vez Lee comenzó a hablar en alta voz en otras lenguas. Los dos se regocijaron en el espíritu durante el resto del día, y luego fueron juntos a la reunión de oración vespertina.
Cuando llegaron al hogar de los Asbery en la calle Bonnie Brae, todos los cuartos estaban atestados de gente. Muchos ya estaban orando. Seymour se ocupó de la reunión, y guió al grupo en canciones, testimonios y más oración. Luego comenzó a relatar cómo el Sr. Lee había sido sanado y lleno del Espíritu Santo. Tan pronto como Seymour terminó, Lee levantó las manos y comenzó a hablar en otras lenguas. Todo el grupo cayó de rodillas, adorando a Dios y clamando por el bautismo. Entonces, seis o siete personas levantaron la voz y comenzaron a hablar en otras lenguas. Jennie Evans Moare (que luego se casaría con Seymour), quien estaba sentada al piano, cayó de rodillas y fue una de las primeras en hablar en lenguas.
Algunos se apresuraron a salir al porche de entrada, profetizando y predicando. Otros, mientras hablaban en lenguas, corrieron a las calles para que todos los vecinos los oyeran. ¡La joven hija de los Asbery corrió a la sala de estar para ver qué sucedía, sólo para encontrarse con su asustado hermano corriendo en dirección opuesta! Entonces, Jennie Evans Moare regresó al piano y comenzó a cantar con su hermosa voz, en hasta seis idiomas, todos con interpretación.
La reunión duró hasta pasadas las 22:00, cuando todos partieron llenos de gozo y gratitud.!! Durante tres días, celebraron lo que dieron en llamar "el primer Pentecostés restaurado". La noticia se esparció rápidamente, atrayendo multitudes que llenaban el patio de los Asbery y rodeaban su hogar.
Grupos de todas las culturas comenzaron a abrirse paso hacia Bonnie Brae Norte 214. Algunos se quedaban junto a las ventanas, esperando escuchar a alguien orar en lenguas. Algunas veces oían fuertes gritos. Otras, reinaba el silencio. Muchos "caían bajo el poder del Espíritu" y quedaban tendidos en el suelo, algunos durante tres a cinco horas.!
También se producían sanidades extraordinarias. Una persona relataba:
"El ruido del gran derramamiento del Espíritu fue lo que me atrajo. Yo había sido "una farmacia ambulante" durante toda mi vida, debido a mis pulmones débiles y al cáncer. Al mirarme, me dijeron: "Hija, Dios te sanará". En esos días del gran derramamiento. cuando decían que Dios te sanaría, te sanaba. ¡No he vuelto a ver a un médico en treinta y tres años, gracias a Dios, ni he vuelto a esas viejas medicinas! El Señor me salvó, me bautizó con el Espíritu Santo, me sanó, y me envió de regreso con gozo".
Se dice que el porche del frente de la casa de los Asbery "se convirtió en el púlpito, y la calle en los bancos", mientras Seymour predicaba a la gente desde ese hogar. Finalmente el porche se derrumbóal no poder soportar el peso de la multitud, pero rápidamente lo reforzaron para que las reuniones pudieran continuar.
Fue durante la tercera noche de estas reuniones que Seymour finalmente experimentó su propio encuentro con el Espíritu Santo. Era tarde en la noche del 12 de abril de 1906. y muchos ya habían regresado a sus casas después de la reunión. cuando Seymour mismo fue lleno y comenzó a hablar en otras lenguas. Estaba arrodillado junto a un hombre que lo estaba ayudando a orar por una nueva apertura espiritual cuando finalmente recibió el bautismo. El don del Espíritu Santo tan largamente esperado había llegado a ese hombre cuya predicación había llevado libertad a tantos otros.
CALLE AZUSA 312
Todos sabían que pronto deberían encontrar un nuevo lugar para reunirse. El hogar de los Asbery ya no podía contener a tanta gente. Por eso el 14 de abril de 1906, Seymour y sus ancianos salieron a buscar el lugar perfecto. Vagaron por la ciudad en la zona circundante, hasta que llegaron a una calle sin salida que tenía aproximadamente ochocientos metros de largo. Allí en el sector industrial de Los Ángeles, Seymour encontró lo que alguna vez había sido una Iglesia Metodista.
Después de ser usado por los metodistas el edificio había sido remodelado con otros fines. Lo dividieron por la mitad; la parte superior había sido convertida en apartamentos. Pero un incendio había destruido el piso. y el techo de catedral había quedado aplanado y cubierto de hollín.
Cuando Seymour consiguió el edificio, el piso alto se utilizaba como depósito. La planta baja había sido convertida en un establo. Las ventanas estaban rotas y bombillas eléctricas desnudas colgaban del techo. Este edificio le fue ofrecido a Seymour por ocho dólares al mes.
Pronto corrió la voz y llegó gente de todas partes para ayudar a restaurar el edificio. A. G. Osterburg, pastor de la Iglesia del Evangelio Completo local, pagó a varios hombres para que ayudaran a renovar el edificio. Los voluntarios barrieron los pisos y pintaron con cal las paredes. J. V. McNeil, un devoto católico y dueño de la mayor compañía maderera de Los Ángeles, donó madera para la causa. En los pisos se colocó aserrín, y se armaron bancos con planchas de madera y barriles. El púlpito se armó con dos cajones clavados uno encima del otro.
Fue en este ambiente humilde, de barrio bajo, que los nuevos inquilinos de la calle Azusa 312 se prepararon para un avivamiento internacional.
LOS COMIENZOS
El 18 de abril de 1906 fue el día en que la historia registra el gran terremoto de San Francisco. Al día siguiente, un temblor algo menor fue sentido en Los Ángeles, que llevó a muchos a arrepentirse de sus pecados por temor a morir. Cientos de personas corrieron a Azusa para escuchar el mensaje del evangelio y experimentar el bautismo en el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas. Aun los ricos se acercaban a esta zona de clase baja de la ciudad, para escuchar sobre el poder de Dios.
Los asientos estaban dispuestos en manera muy original en Azusa. Dado que no había plataforma, Seymour estaba al mismo nivel que el resto de la congregación. Y los "bancos" estaban dispuestos de manera que las personas estaban sentadas enfrentadas. Las reuniones eran espontáneas, así que nadie sabía nunca qué iba a suceder o quién sería el orador.
En los primeros tiempos de Azusa, la música también era espontánea, y no se utilizaban instrumentos ni himnarios. Las reuniones comenzaban con alguien que daba su testimonio o cantaba una canción. Dado que no había programa, generalmente luego alguien se levantaba, ungido para dar el mensaje. El orador podía ser de cualquier raza, edad o sexo. Y todos sentían que Dios era responsable de las invitaciones evangelísticas que podían producirse en cualquier momento de la reunión.
En Azusa, los sermones eran inspirados en inglés o en lenguas, con interpretación. Algunas veces los cultos duraban diez o doce horas. Algunas veces se extendían por varios días y noches. Muchos decían que la congregación nunca se cansaba porque el Espíritu Santo les daba energía. Al final de los cultos, en las primeras horas de la madrugada, aún podía verse a muchos reunidos bajo las luces de la calle, hablando de cosas del Señor.
En Azusa, los cultos eran tan ungidos, que si alguien se levantaba para hablar puramente por conocimiento intelectual, los creyentes llenos del Espíritu rompían en gemidos. Esto queda claramente ilustrado en una historia sobre una mujer llamada "Madre Jones". Un hombre se levantó para hablar, aparentemente sin haber sido guiado por el Espíritu. Se dice que mientras él predicaba, la Madre Jones corrió hacia la plataforma, donde se sentó al pie del púlpito. Allí se quedó mirando al sujeto con ojos helados, que no presagiaban nada bueno, hasta que finalmente le dijo: "¿Acaso no se da cuenta de que no ha sido ungido para predicar?" Gracias a este incidente, la Madre Jones rápidamente cobró una fama que desalentaba a cualquier predicador no ungido de acercarse al púlpito. iSe dice que tan pronto como ella se ponía de pie, el supuesto predicador salía corriendo del púlpito!
Pronto, toda clase de personas comenzaron a asistir a las reuniones en Azusa. En su libro, Azusa Street, Frank Bartleman escribió:
"Muchos eran sólo curiosos, incrédulos, pero otros tenían hambre de Dios. (... ) La persecución de afuera nunca hizo daño a la obra. Lo que más debíamos temer eran los espíritus malignos de adentro. Aun los espiritistas y los hipnotizadores venían a investigar, y trataban de probar su influencia. Luego vinieron todos los enfermos y dementes religiosos, buscando un lugar en la obra. Teníamos mucho para temer de estos. Pero este es un peligro que acecha a toda nueva obra. Ellos no tienen lugar en otra parte. Esta situación produjo un temor muy difícil de sobrellevar para muchos y fue un gran obstáculo para el Espíritu. Muchos temían buscar a Dios, por miedo a que los atrapara el diablo".
También escribió:
"En Azusa pronto descubrimos que tan pronto como queríamos estabilizar el arca, el Señor cesaba su obra. No nos atrevíamos a llamar demasiado la atención de la gente sobre las obras del demonio, pues a esto le seguiría el temor. Sólo podíamos orar. Y Dios nos dio la victoria. Había una presencia de Dios con nosotros, por medio de la oración, de la cual podíamos depender. Los líderes tenían una experiencia limitada, y la maravilla es que la obra sobrevivió a todos sus poderosos adversarios".
Creo que esta afirmación de Bartleman quizá sea una de las razones principales por las que Seymour ha sido duramente criticado como líder. Dios estaba buscando un canal dispuesto, y lo encontró en él. Dios no está buscando a quienes se jactan de su posición y su experiencia. Pero, en términos espirituales, la limitada experiencia de Seymour quizá haya sido la causa de sus dificultades. Estoy de acuerdo en que los líderes deben exponer firmemente la verdad en lugar de concentrarse en lo falso. El engaño no puede prevalecer frente a la autoridad, la fortaleza y la sabiduría de los líderes ungidos por Dios que se entregan a la oración. Me alegro de que ellos dependieran de la oración. Pero Dios también da voz a sus líderes, y esa voz, por la fortaleza del Espíritu Santo, sabrá cómo separar lo que es valioso de los engaños que corrompen. Los líderes fuertes, guiados por Dios, pueden separar el oro del bronce.
Pero a pesar de la confusión espiritual, Azusa comenzó a operar día y noche. El edificio había sido organizado para ser utilizado en su totalidad. Se hacía gran énfasis en la sangre de Cristo, lo cual inspiraba al grupo a un nivel de vida más elevado. Y el amor divino comenzó a manifestarse, impidiendo que se hablaran palabras negativas entre los hermanos. Todos ponían empeño en asegurarse de que el Espíritu de Dios no fuera contristado. Tanto los ricos y cultos como los pobres y analfabetos se sentaban juntos sobre el aserrín y los bancos hechos con barriles.
CALLES ATESTADAS Y GENTE QUE CAÍA COMO ÁRBOLES
Un hombre de Azusa dijo: "...hubiera preferido vivir seis meses de ese tiempo que cincuenta años de vida común. (...) Más de una vez me detuve a dos calles de ese lugar y oré pidiendo fortaleza antes de atreverme a entrar; la presencia del Señor era tan real.. ."
Se dice que el poder de Dios se sentía en Azusa, aún fuera del edificio. Docenas de personas caían en la calle, postradas, antes de llegar a la obra misionera. Luego, muchas se levantaban, hablando en lenguas sin la ayuda de ninguno de los que estaba adentro.
Para el verano, las multitudes habían alcanzado un número increíble, con frecuencia contándose por miles. La escena se había transformado en una reunión internacional.
Un relato dice que: "Cada día los trenes descargaban cantidades de visitantes provenientes de todo el continente. Nuevos relatos de la reunión se extendían por la nación tanto a través de la prensa secular, como de la religiosa".
La inexperiencia quizá haya sido la nota prevaleciente al principio, pero ahora estaban llegando experimentados veteranos para ayudar a Seymour en la tarea. La mayoría venían de las filas de la Santidad, o eran misioneros que regresaban de sus campos. El resultado de esta mezcla de gente fue una maravillosa nueva oleada de misioneros que fueron lanzados a todo el mundo. Muchos, recién bautizados en el Espíritu Santo, se sentían llamados a una nación determinada, y así hubo hombres y mujeres que partían hacia Escandinavia, China, India, Egipto, Irlanda y muchas otras naciones. Aún la hermana Hutchinson, quien en un principio había impedido la entrada a Seymour a su obra misionera, fue a Azusa, recibió el bautismo del Espíritu Santo y salió como misionera a África.
Owen Adams, de California, viajó de Azusa a Canadá. donde conoció a Robert Semple, primer esposo de Aimee Semple McPherson, Cuando Adams conoció a Semple, le contó sobre los milagrosos eventos que se producían en Azusa, y sobre su experiencia con el hablar en lenguas. Semple, entusiasmado, inmediatamente se lo contó a su joven esposa Aimee, antes de partir ambos hacia China. donde Robert moriría. Pero la noticia que Adams les había dado había encendido en el corazón de la joven Aimee una ardiente curiosidad, Cuando regresó a los Estados Unidos, basó en Los Ángeles su ministerio, que luego crecería en forma realmente extraordinaria.
Aunque había gran entusiasmo y excitación en relación con el bautismo del Espíritu Santo en Azusa, muchos malinterpretaron el propósito principal del hablar en otras lenguas, Muchos sintieron que era solamente un lenguaje divinamente dado para la nación a la que eran enviados,
En estos momentos, todos parecían amar a William J, Seymour. Cuando el Espíritu se movía, se decía que él mantenía su cabeza dentro de las cajas que tenía delante de sí a manera de púlpito hundido en oración. Nunca pidió un salario, por lo cual solía vérselo "caminando por en medio de la gente con billetes de cinco o diez dólares sobresaliendo de sus bolsillos, donde la gente los había puesto sin que él lo notara"
John G. Lake visitó las reuniones de la calle Azusa. En su libro Adventllres Witlz God (Aventuras con Dios), escribiría luego sobre Seymour:
Tenía el vocabulario más disparatado. Pero quisiera decirles que había médicos, abogados y profesores, escuchando las cosas maravillosas que brotaban de sus labios. No fue lo que decía en palabras, sino lo que decía de su espíritu a mi corazón, lo que me mostró que había más de Dios en este hombre que en cualquiera que yo hubiera conocido hasta ese momento. Era Dios en él quien atraía a la gente
Los misioneros eran llamados de los campos para venir a ser testigos del fenómeno espiritual que se producía en Los Ángeles. Muchos vinieron y luego llevaron el mensaje pentecostal de Azusa a todo el mundo. No es posible registrar todos los milagros que se produjeron allí.
Los miembros de Azusa llevaban pequeñas botellas de aceite dondequiera que iban. Golpeaban a las puertas de las casas para testificar y orar por los enfermos en toda la ciudad de Los Ángeles. Se ubicaban en las esquinas de las calles, cantando y predicando, y trabajaban como voluntarios para dar vestido a los pobres y alimentar a los hambrientos.
Era algo emocionante e increíble. En setiembre de 1906, debido a la demanda popular, Seymour comenzó una publicación llamada Tlze Apostolic Faith (La fe apostólica). En pocos meses, la lista de envíos creció hasta tener más de veinte mil nombres. Al año siguiente, tenía más del doble. En esta publicación, anunciaba su intención de restaurar "la fe que alguna vez se había entregado" por medio de las viejas predicaciones, reuniones en carpas, campañas, obras misioneras, y trabajo en las calles y en las cárceles.
En la primera publicación, Seymour escribió: ...han llegado multitud de personas. Dios no hace diferencias de nacionalidades
Unos pocos meses después escribió:
"La reunión fue un tiempo de unión. Todos nos hemos derretido y formado una sola masa, un solo pan, todos un cuerpo en Jesucristo. No hay judíos ni gentiles, esclavos ni libres, en la obra misionera de Azusa. Ningún instrumento que Dios pueda usar es rechazado a causa de su color o su vestimenta o su falta de educación. Esta es la razón por la que Dios ha levantado esta obra... lo más dulce es esta amorosa armonía"
Obviamente, esto era revolucionario en un tiempo de tan fuertes divisiones raciales.
EL COMIENZO DE LA DECLINACIÓN
Era de esperarse que hubiera persecución desde fuera de Azusa, pero finalmente esta también comenzó dentro de la obra. Una mañana de otoño, muy temprano, algunos miembros llegaron a Azusa y vieron las palabras "Obra de la Fe Apostólica" escritas en lo alto del edificio, y comenzaron a acusar a la obra de convertirse en una denominación más. La Fe Apostólica era el nombre del movimiento que fuera el primer mentor de Seymour, por lo que la obra misionera de Azusa ahora era considerada un desprendimiento libre del ministerio de Charles Parham. Y muchos temieron que la obra se convirtiera en una más de la red de iglesias y escuelas bíblicas de Parham. Cierta persona escribió: "
...desde ese momento comenzaron los problemas y las divisiones. Ya no era un Espíritu libre para todos, como lo había sido. La obra se había convertido en un grupo partidista y un cuerpo más entre sus rivales, junto con las otras sectas e iglesias de la ciudad...La iglesia es un organismo, no una organización humana".
Para este entonces, se habían plantado centros evangelísticos salidos de Azusa en Seattle y Portland, bajo la dirección de una mujer llamada Florence Crawford. Y la obra madre, en Los Ángeles, estaba intentando atraer a todos los centros evangelísticos de la Costa Oeste a su organización, pero fracasó. El avivamiento mismo estaba lentamente preparándose para el fracaso final.
LA ESPERA Y LAS LENGUAS
El nuevo cuerpo de creyentes también había malentendido el concepto de "la espera". Simplemente esperaban durante horas que viniera el Espíritu, y cuando sentían que muchos habían abusado de ese tiempo, comenzaba la incomodidad. Lo que ellos no comprendían era que el Espíritu Santo ya había llegado. ¡Estaba allí!
También se produjo una confusión en lo relativo al hablar en lenguas. Hasta ese momento, se había enseñado casi exclusivamente que las lenguas eran para las misiones extranjeras. Creían que si una persona iba al campo misionero, debía tener el don de hablar en el idioma de esa nación. Muchos misioneros de Azusa se sintieron terriblemente decepcionados al descubrir que esta no era la regla general.
Aunque es un hecho bíblico e histórico que las lenguas se manifiestan con este propósito, no es el único uso que tienen. Sería luego, durante el crecimiento del movimiento pentecostal, que llegaría a entenderse que las lenguas podían ser también idiomas de oración. Pero en Azusa Street, la experiencia de hablar en lenguas "estaba en pañales".
Los miembros de Azusa también creían que la persona sólo debía hablar en lenguas una vez para ser llena del Espíritu Santo. Para los primeros miembros de Azusa, hablar en otras lenguas era un mover soberano de Dios que significaba esperar que Dios viniera sobre ellos. Junto con estos errores de interpretación, comenzaron a circular acusaciones de manifestaciones carnales que la gente llamaba "mover del Espíritu". Dado que este movimiento espiritual era tan nuevo, es de imaginar lo que habrá sido dirigirlo. Entonces fue que Seymour escribió a Charles Parham, y le pidió que viniera a Azusa para tener una gran reunión evangelística.
FANÁTICOS, FALSOS Y FRACCIONES
Aunque Seymour no estaba totalmente de acuerdo con la teología de Parham, creo que respetaba su experiencia en el liderazgo y confiaba en ella. Quizá sintió que Parham podía presentar un nuevo punto de vista y encender un fresco mover de Dios.
Se dice que muchos otros escribieron cartas a Parham rogándole que viniera a Azusa y determinara qué manifestaciones eran falsas y cuáles eran reales. Aunque estas cartas no han sido documentadas, la señora Pauline Parham sostiene que algunas de ellas están en su colección. Tenemos una carta escrita por Seymour a Parham que dice:
"...estamos esperando que comience nuevamente un avivamiento [general] cuando usted llegue, que estos pequeños avivamientos se unan y formen un gran avivamiento unido"
Es cierto que hubo muchas divisiones dentro del avivamiento de Los Ángeles. Pero por ejemplos previos del carácter de Seymour, creo que él deseaba que Parham uniera la ciudad, en lugar de disciplinarla.
Y es seguro que Parham no habría venido a Azusa sin ser invitado. Cuando Parham llegó, Seymour lo presentó como el "padre de este evangelio del reino" . Creo que Seymour era sincero. Necesitaba un padre espiritual que lo ayudara a liderar este gran movimiento. Pero, fuera lo que fuese lo que Seymour había esperado de Parham, las cosas no resultaron como él había planeado. Después de escuchar los sermones y las exhortaciones privadas de Parham, Seymour cerró con candado la obra misionera para impedirle la entrada.
¿Qué dijo Parham a Seymour? ¿Qué podría haber hecho, para que este le impidiera la entrada a Azusa? Aunque es cierto que la educación, el liderazgo y la experiencia de Parham diferían de las de Seymour, su opinión sobre el bautismo del Espíritu Santo aparentemente era la misma. ¿O no lo era?
Parham participó del culto y observó, horrorizado, las manifestaciones que se producían a su alrededor. En sus cultos se permitía cierta libertad, pero nada que se pareciera siquiera al fanatismo. Incluso, algunos de los estudiantes de su instituto creían que él era demasiado estricto en su definición de "fanatismo". Y en Azusa, además de los gritos y las danzas, la gente se sacudía y temblaba. Era una atmósfera altamente emocional, y había muchas expresiones genuinas provocadas por el Espíritu, junto con las falsas. Debido a las muchas culturas allí representadas, Seymour creía que cada persona debía estar en libertad para tener su propia experiencia emocional, basada en la forma en que cada individuo entendía el mover del Espíritu fuera correcta o no.
La teología de Seymour era permitir al Espíritu Santo que hiciera cualquier cosa que deseara. Pero muy pocos sabían lo suficiente sobre un mover del Espíritu Santo como para guiar a la gente en uno de ellos. Seymour sentía que si se forzaba a una cultura a comportarse dentro de los límites de un modo o una forma de expresión determinada, el Espíritu Santo no se manifestaría en ellos. Creo que Seymour era muy sensible espiritualmente en su liderazgo, y obedeció a esta sensibilidad en la medida de su capacidad. Es muy fina la línea que separa herir a un espíritu humano de ofender al Espíritu Santo.
No existe registro escrito alguno de Seymour en relación con sucesos de hipnotismo, pero sí de Parham. Este es su relato:
"Me apresuré a llegar a Los Ángeles, y para mi completa sorpresa y asombro, encontré que la situación era aún peor de lo que yo había imaginado... manifestaciones de la carne. control espiritista, personas que practicaban hipnotismo a los que se acercaban al altar para recibir el bautismo, aunque muchos recibían el bautismo real del Espíritu Santo.
"Después de predicar alli dos o tres veces, dos de los ancianos me informaron que ya no era bien recibido en ese lugar. Con obreros de Texas, abrimos una gran campaña evangelística en el edificio de la W.c.T.U. en Los Ángeles.
Grandes cantidades de personas fueron salvas, se produjeron maravillosas sanidades, y entre doscientas y trescientas personas que habían sufrido tremendos ataques y espasmos y controles en la obra de Azusa fueron liberadas, recibieron las verdaderas enseñanzas de Pentecostés, y hablaron en otras lenguas.
"Al hablar de las diferentes fases del fanatismo que hemos encontrado aquí, lo hago con todo amor y al mismo tiempo, con justicia y firmeza. Quisiera hablar claramente en cuanto a la obra tal como la encontré aquí. Encontré influencias hipnóticas, influencias de espíritus familiares, influencias espiritistas, y toda clase de ataques, espasmos, personas que caen en trance, etc.
"Una palabra sobre el bautismo en el Espíritu Santo. El hecho de hablar en lenguas nunca es producto de ninguna de las prácticas o influencias mencionadas anteriormente. No se conoce entre nuestros obreros la sugestión de ciertas palabras y sonidos, ni movimientos de la barbilla, ni masajes en la garganta. Hay muchos en Los Ángeles que cantan, oran y hablan maravillosamente en otras lenguas, como el Espíritu les da, y también hay chapurreas que no tienen nada que ver con las lenguas.
El Espíritu Santo no hace nada que sea antinatural o impropio, y cualquier esfuerzo extraño al cuerpo, la mente o la voz no es obra del Espíritu Santo, sino de algún espíritu familiar u otra influencia. El Espíritu Santo nunca nos lleva más allá del autocontrol o el control de los demás, mientras que los espíritus familiares y el fanatismo nos llevan tanto más allá del autocontrol como de la capacidad de ayudar a los demás".
Quizá lo que Parham percibía era lo correcto, pero aun así, las cosas habrían resultado de otra manera si hubiera actuado en forma más paternal que dictatorial. Seymour no cambió su teología; tampoco lo hizo Parham. Seymour no mencionó esta rivalidad durante dos meses, y cuando finalmente lo hizo, sus palabras fueron muy discretas, evitando cualquier crítica directa:
Algunos preguntan si el Dr. Charles F. Parham es el líder de este movimiento. Podemos responder que no, él no es el líder de este movimiento de la Obra Misionera de Azusa. Pensábamos pedirle que fuera nuestro líder y así lo expresamos en nuestro periódico, antes de esperar en el Señor. Algunas veces nos apresuramos, especialmente cuando somos muy jóvenes en el poder del espíritu Santo. Somos como un bebé, llenos de amor, y estábamos dispuestos a aceptar a cualquiera que hubiera tenido el bautismo en el Espíritu Santo como nuestro líder. Pero el Señor comenzó a establecernos, y vimos que el Señor debería ser nuestro líder. Por tanto, honramos a Jesús como Gran Pastor de las ovejas. Él es nuestro modelo.
Así que, en un esfuerzo por sostener su doctrina de unidad, Seymour permaneció fiel a sus enseñanzas al no permitir que ni una palabra amarga fuera pronunciada contra ninguno de sus acusadores.
EL PROBLEMA DE LA SANTIFICACIÓN
Aunque Seymour seguía a John Wesley, no siguió sus enseñanzas en relación con la santificación. Seymour creía que una persona podía perder su salvación si reaccionaba en la carne. Enseñaba que la santificación, o la perfección sin pecado, era una obra de gracia separada de la salvación. Una vez que una persona era santificada, creía Seymour, la misma actuaba en forma santificada todo el tiempo. Pero si pecaba, la perdía.
¿Podríamos imaginar los problemas y las acusaciones que este tipo de enseñanza causó dentro de Azusa? Muchos creyentes, exageradamente celosos, comenzaron a señalar con el dedo a otros y juzgarlos. Comportándose como si fueran los únicos justos, provocaron choques, divisiones y controversias. En realidad, esta es una de las razones por las cuales Seymour nunca reaccionó en la carne a ninguna persecución en su contra. Según su teología, esto era necesario para mantener su salvación. Él decía:
Si te enfadas, o hablas maldad, o respondes a un ataque, no me importa cuánto hables en lenguas, no tienes el bautismo del Espíritu Santo en ti. Has perdido tu salvación"
Seymour podía cerrar las puertas con candados para impedir la entrada a un ministro que se oponía a él, pero jamás hablaría en su contra!
AMOR Y TRAICIÓN
A pesar de las muchas acusaciones, errores y persecuciones, Seymour permaneció fiel al propósito del avivamiento. Parecía que siempre confiaba y creía lo mejor de casi todos. Fiel a su naturaleza suave y casi ingenua, escribiría más tarde:
"No podemos ganar a las personas predicando en contra de su iglesia o su pastor... si nos ponemos a predicar en contra de las iglesias, encontraremos que falta... ese dulce Espíritu de Cristo, y un duro espíritu de juicio ha tomado su lugar. Las iglesias no deben ser culpadas por las divisiones. Las personas estaban buscando la luz. Levantaron denominaciones porque no conocían un camino mejor. Cuando se quedan sin el amor de Dios, comienzan a predicar sobre el vestido y la comida, y las doctrinas de los hombres y a predicar en contra de las iglesias. Todas estas denominaciones son hermanas nuestras... Busquemos la paz, y no la confusión... Tan pronto como sintamos que tenemos toda la verdad o más verdad que los demás, caeremos"
En la primavera siguiente, Seymour tenía que decidir si compraría el edificio en Azusa o se mudaría a otro lugar. Así que presentó la opción a la congregación, y esta decidió hacer un pago inmediato de $ 4.000 como parte de los $ 15.000 del precio total. Un año después, el saldo estaba pago, mucho antes de lo planeado. Para este entonces, los relatos de los milagros y las obras misioneras fundadas en diferentes lugares llegaban de a centenares desde todo el mundo. Animado por las noticias, Seymour comentó·. "Estamos al borde del mayor milagro que el mundo haya visto jamás".
Durante este tiempo, Seymour comenzó a pensar en el matrimonio. Jennie Evans Moore, fiel miembro de su ministerio en Los Ángeles, se convirtió en su esposa. Jennie era conocida por su belleza, su talento musical, y su sensibilidad espiritual. Era una mujer suave, y siempre se mantuvo fiel al lado de Seymour. Fue ella quien sintió que el Señor deseaba que se casaran, y Seymour accedió. Se casaron el 13 de mayo de 1908. Después de la ceremonia, William y Jennie se mudaron a un modesto apartamento en la parte alta de la obra misionera de Azusa.
Pero la noticia de su matrimonio enfureció a un grupo pequeño pero muy influyente en la obra. Una de las principales antagonistas era Clara Lum, la secretaria de la obra y responsable de la publicación del periódico. Después de enterarse de que Seymour se había casado. Clara decidió abruptamente que era tiempo de dejar la obra misionera.
Algunos creyentes de Azusa tenían ideas muy extrañas sobre el matrimonio. El grupo al que pertenecía Lum creía que el matrimonio era deshonroso en estos últimos tiempos, debido al pronto regreso de Cristo, y criticó seriamente a Seymour por su decisión.
Es posible que Clara Lum estuviera secretamente enamorada de Seymour y actuara por celos. Sea cual fuera la razón, ella se mudó a Portland, Oregon, para unirse a la obra misionera liderada por una ex colaboradora de Azusa, Florence Crawford. y al mudarse, se llevó con ella las listas de envíos nacionales e internacionales.
Esta acción impensable restringió severamente la distribución de la publicación de Seymour, que tenía alcance mundial. Las listas nacional e internacional enteras, con más de cincuenta mil nombres, habían sido robadas, y sólo le quedaba la lista de Los Ángeles. Además, cuando salió el número de mayo de 1908 de Apostolic Faith, la tapa era la misma pero en el interior había una columna que anunciaba su nueva dirección en Portland para el envío de contribuciones y correo.
Los miles de personas que leían ansiosamente la publicación y enviaban ofrendas comenzaron a enviarlas ahora a Portland, sin cuestionar el cambio. En el número de junio de 1908, ya no aparecía ningún artículo firmado por Seymour. Finalmente, para mediados del verano de 1908 se omitieron todas referencias a la obra de Los Ángeles.
Cuando fue claro que Lum no regresaría, los Seymour viajaron a Portland para confrontarla y pedirle las listas. Pero estas nunca les fueron devueltas. Sin esta información vital, era imposible que Seymour continuara la publicación, y así terminó una época dramática de Azusa.
LA ULTIMA DIVISIÓN: ¿HOMBRE O DIOS?
Entre 1909 y 1911, Seymour continuó con su ministerio en Azusa, aunque el número de asistentes disminuyó drásticamente debido a la falta de influencia y fondos. Por lo tanto, Seymour dejó a dos jóvenes hombres a cargo de la obra y partió hacia Chicago en una gira de predicación por el campo. A principios de 1911, William H. Durham llevó a cabo reuniones en Azusa en su lugar.
El estilo dramático de predicación de Durham hizo que cientos de personas llenaran nuevamente la obra misionera. Hasta muchos de los antiguos colaboradores de la obra regresaron, aun provenientes de diversas partes del mundo. Lo llamaron "el segundo aguacero de la lluvia tardía", y el fuego comenzó a caer en Azusa una vez más. En un culto, hubo que dejar afuera a más de quinientas personas. La gente no dejaba sus asientos entre reuniones por miedo a perderlos.
El último conflicto en Azusa se produjo entre Seymour y Durham. Ambos diferían grandemente en su teología. Durham predicaba categóricamente y en voz bien alta que las personas no podían perder su salvación aunque pecaran en la carne. La salvación era por fe expresada en obras, no por obras solamente. Durham predicó el equilibrio entre la ley y la gracia que el movimiento pentecostal necesitaba desesperadamente, ya que la doctrina de las "obras" había causado muchas divisiones. Su enseñanza fue como una lluvia fresca para quienes la escucharon. A raíz de esto, la gente comenzó a regresar literalmente de a montones.
Alarmados por la gran cantidad de personas que seguían a Durham y por las diferencias doctrinales, los ancianos de Azusa se pusieron en contacto con Seymour. Este regresó inmediatamente a Los Ángeles para reunirse con Durham. Pero no lograron ponerse de acuerdo en la doctrina. iAsí que en mayo, Seymour utilizó nuevamente el candado, esta vez para impedir la entrada a Durham!
Sin dejarse conmover por esta acción, Durham y sus seguidores consiguieron un gran edificio de dos plantas, con capacidad para más de mil personas sentadas. La planta alta servía como salón de oración, abierto día y noche. La multitud que se había reunido en Azusa siguió a Durham. Miles de personas fueron salvadas, sanadas, y bautizadas allí, mientras la vieja obra misionera de Azusa quedó virtualmente desierta.
"CANSADO Y EXHAUSTO"
Pero la vieja misión de Azusa permaneció abierta para cualquiera que quisiera entrar. Seymour continuó siendo su líder y sostuvo su teología, aunque nadie parecía interesado en asistir. Entonces él cambió el orden de las reuniones de Azusa, reduciéndolo a una única reunión semanal que duraba todo el día, los domingos. Y con frecuencia intentaba aumentar la cantidad de asistentes, pero la gente sencillamente no estaba interesada. Finalmente, sólo quedaban veinte personas; en su mayor parte, integrantes del grupo original. Algunas veces venían visitantes de "los días de gloria", y naturalmente Seymour estaba profundamente feliz de recibirlos. Pero cada vez pasaba más tiempo leyendo y reflexionando.
En 1921 Seymour hizo su última campaña ministerial por los Estados Unidos. Cuando regresó a Los Ángeles en 1922, la gente comenzó a notar que se lo veía muy cansado. Asistió a muchas convenciones ministeriales, pero nunca recibió ningún reconocimiento desde la plataforma.
Finalmente, el 28 de setiembre de 1922, mientras estaba en la obra misionera, Seymour sufrió un repentino ataque de terrible dolor en el pecho. Uno de los obreros corrió a buscar al médico, que sólo estaba a unas pocas calles de distancia. Al examinarlo, el médico indicó a Seymour que descansara. A las cinco de la tarde de ese mismo día, mientras Seymour dictaba una carta, lo atacó otro dolor en el pecho.
Pugnando por respirar, partió para estar con el Señor a la edad de cincuenta y dos años. La causa de la muerte citada en la partida oficial fue un problema cardíaco. El evangelista fue sepultado en un ataúd de madera de secoya, muy sencillo, en el Cementerio Evergreen, de Los Ángeles. Allí descansó, como correspondía, entre muchos otros de diferentes naciones y continentes. Las palabras grabadas en su tumba fueron, simplemente:
"Nuestro pastor". Lamentablemente, sólo doscientas personas asistieron al funeral de William Seymour, pero ellas dieron muchos testimonios de la grandeza de Dios a través del ministerio de este General de las primeras líneas de batalla.
SOMBRAS Y LOBOS
En los años siguientes a la muerte de Seymour, su esposa pastoreó la obra misionera de Azusa. Todo continuó normalmente durante ocho años. Entonces, en 1931, surgieron nuevos problemas. A consecuencia de una serie de batallas legales encabezadas por alguien que intentaba apoderarse de la obra misionera, las autoridades de la ciudad se pusieron en contra del grupo y declararon que el edificio implicaba una amenaza de incendio. Ya avanzado el año, la propiedad fue demolida, mas no sin antes ser ofrecida a una denominación pentecostal que contestó: "No estamos interesados en reliquias". En la actualidad, lo único que queda es un cartel con el nombre de la calle sobre la propiedad, que es solamente un lote vacío.
Cinco años después, la señora Seymour fue internada en el hospital del condado, a punto de morir. Jeannie murió a causa de problemas cardíacos y fue a unirse a su esposo en el cielo el 2 de julio de 1936.
LEGADO DE PODER
Aunque el legado y el ministerio de William J. Seymour parecen una historia desgarradora, los resultados de sus esfuerzos entre 1906 y 1909 produjeron el movimiento pentecostal y lo hicieron explotar hacia todo el mundo. Hoy, muchas denominaciones atribuyen su fundación a los participantes de Azusa. La mayoría de los primero líderes de las Asambleas de Dios provenían de Azusa. Demos Shakarian, fundador de la Frateridad de Hombres de Negocios del Evangelio Completo, afirma que su abuelo era miembro de la congregación original de Azusa. Los esfuerzos evangelísticos de la familia Valdez, de la familia Garr, del Dr. Charles Price, y de incontables otros también están relacionados con este avivamiento.
Probablemente todos en el movimiento pentecostal puedan atribuir sus raíces, en alguna forma, a Azusa. A pesar de todas las controversias y de las peculiares doctrinas de Azusa, dondequiera que se menciona este nombre, la mayoría inmediatamente piensa en el poder del Espíritu Santo que se derramó en sus filas.
DIOS NO ES RACISTA
Algunos han tratado de hacer del avivamiento en Azusa y el ministerio de Seymour un tema racial. Lamentablemente, algunas veces un mover puro de Dios queda escondido entre excesos raciales. Quizá esta fue una de las razones principales por las que Azusa duró solamente tres breves años. Dios no permitirá que su gloria sea presa de los argumentos de los hombres. Si esto sucede, él se aparta; fin de la cuestión.
Algunos que parecen dejarse influir por el racismo se molestan cuando Seymour es llamado "catalizador" de Pentecostés, en lugar de "padre" del movimiento. Según el diccionario Webster, un "catalizador" es algo que "precipita un proceso o un hecho y aumenta la velocidad a la que se produce una reacción". Esto es exactamente lo que hizo Seymour. El ministerio pentecostal de William Seymour aumentó la conciencia pública a tal punto que no sólo giró alrededor de una ciudad importante de los Estados Unidos, sino que también se extendió por el mundo a un ritmo extraordinario. Parece que todos los continentes fueron tocados, en cierta medida, por el avivamiento de Azusa.
Como hemos mencionado anteriormente, los temas raciales fueron solamente una pequeña parte de las muchas interferencias que hubo en Azusa. Creo que se comete un gran error cuando se considera a este avivamiento un tema de "blanco y negro". Ninguna raza en particular puede reclamar la patente de un mover de Dios. Dios jamás ha trabajado según el color del hombre; él trabaja por medio del corazón del hombre.
Mientras continuamos estudiando los grandes Generales de nuestro pasado y decidimos qué podemos aprender de sus éxitos, no te permitas ser contado entre sus fracasos. Niégate a oír las voces del ayer y del hoy que sólo ven las apariencias. En cambio, sigue a quienes se esfuerzan por obedecer al Espíritu de Dios. Avancemos hacia la madurez, luchemos por el premio en lugar de luchar por la gloria personal.
Sólo la eternidad revelará por completo el fruto del ministerio de William 1. Seymour. Una cosa es clara: fue un tremendo cartucho de dinamita que Dios podía utilizar para enviar las explosiones del fuego pentecostal por todo el mundo. Y lo hizo.
Sobre el autor:
Roberts Liardon es uno de los líderes cristianos más respetados de nuestra generación. Como autor, orador, líder espiritual, historiador de la iglesia, y humanitaria, que ha ministrado en más de 125 países. Sus libros han sido traducidos a más de sesenta idiomas, y más de quince millones han sido vendidos en todo el mundo.
Como adolescente, Roberts se inspiró para empezar a escribir y producir una serie de libros y vídeo tituladoGenerales de Dios , que narra la vida de los líderes cristianos protestantes. El primer volumen de pentecostales y carismáticos ministros fue un éxito inmediato, y con volúmenes posteriores Roberts se ha convertido en una autoridad reconocida en la historia de los movimientos protestantes.
En sus veinticinco años, Roberts construyó una de las iglesias de más rápido crecimiento en los EE.UU. y estableció su primera, Biblia universidad acreditada. A partir de este ministerio, fundada hace más de cuarenta iglesias y construyó cinco institutos bíblicos de todo el mundo. Él siempre ha ayudado a los pobres y necesitados a nivel local, a través de América, y en todo el mundo.
Recientemente, Roberts puso en marcha un nuevo programa de televisión llamado Generales de Dios con Roberts Liardon . Él sigue hablando a esta generación de cristianos e iglesias, ayudándoles a acercarse más a Dios, crecer en madurez espiritual, y el impacto en sus comunidades.
Este material fue redactado y pasado del original
con el fin de compartirlo con creyentes fieles dentro
de la iglesia, y no con fines de comercialización.
Pastor: Mario Pérez
01 de Octubre de 2013
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