Aimee Semple McPherson

by 1/06/2017 0 comentarios

"Mujer de la Providencia"
Alguien seguramente la ha visto marchando por la calle principal, desde la barbería y el banco; una mujer muy joven con un vestido blanco, que llevaba una silla. "De pie sobre la silla, levantó sus largas manos hacia el cielo, como pidiendo ayuda... Y no hizo nada... Cerró sus grandes ojos y se quedó allí, con los brazos extendidos, como una estatua de mármol... "Aun teniendo los ojos cerrados, Aimee podía sentir la presencia de la gente que la rodeaba cuando llegó a las cincuenta personas, con la boca abierta, o silbándola... La joven abrió los ojos y miró a su alrededor. "Gente", gritó, saltando de la silla, '¡vengan, síganme, pronto!" Tomó la silla con el brazo y se abrió camino entre la gente, corriendo calle abajo por donde había venido por la calle principal. La gente la siguió; primero los niños, después los hombres y las mujeres... La siguieron hasta la puerta abierta de la Obra Misionera Victoria. Había apenas suficiente lugar para que se sentaran todos."Cierren la puerta", susurró Aimee al oído del ujier. "Cierren la puerta con llave y déjenla cerrada hasta que yo termine".

Aimee Semple McPherson ha sido descripta como una mujer nacida antes de su tiempo. En realidad, Aimee fue una pionera espiritual que preparó el camino para el resto de nosotros y debería ser considerada en gran parte responsable de la manera en que demostramos el cristianismo en la actualidad.

Aimee desafió todas las probabilidades. La historia de su vida la muestra como una mujer dramática y llena de vida. No había nada "débil" en ella. Para ella, un desafío era un juego justo que debía ser aceptado y conquistado. Se subió a la ola de los medios masivos, y llegó a dirigir su curso. Si la publicidad parecía negativa, ella la exageraba aún más, sonriendo mientras lo hacía. Si todos le advertían que no hiciera algo, ella seguramente lo hacía, negándose a inclinarse ante el miedo. En realidad, no había nada que fuera demasiado extremo para ella. Fuera lo que fuese necesario para "captar a la gente", Aimee lo hacía. Ella "se sentaba con publicanos y prostitutas", y se mostraba en lugares donde un cristiano común habría temido ser visto. Los pobres, los comunes, los ricos, todos la amaban por eso, y aparecían en sus reuniones de a miles. 

Pero por supuesto, los "religiosos" la odiaban. Cuando la política denominacional aparentemente obstaculizaba y hería a tantos ministros, Aimee raramente le dedicaba un pensamiento. Demolió la reclusión y la estrechez religiosa, y casi podría decirse que tenía lástima de aquellos que eran controlados por su poder. 

Aimee se lanzó a construir un ministerio tan vasto y grande, que hasta venían de Hollywood a observarlo y tomar nota. En un tiempo en que las mujeres eran sólo reconocidas como "elementos accesorios" en el ministerio, Aimee construyó Angelus Temple para darles participación. El Templo fue construido y dedicado durante la época de la Gran Depresión, y era un edificio muy elaborado con capacidad para cinco mil personas sentadas. Cuando el edificio comenzó a llenarse tres veces cada domingo, Aimee fue aún más lejos. Construyó la primera estación de radio cristiana en el mundo, y fundó una de las denominaciones de más rápido crecimiento en la actualidad. 

Aimee vivió durante el pico del movimiento pentecostal con todas sus reglas religiosas, cuando las mujeres en general no eran aceptadas en el ministerio. Y para empeorar las cosas según el punto de vista de los ministros de su época, era divorciada. 

NACE UNA NUEVA GENERACIÓN 



Su vida comenzó en medio de controversias y escándalos. Sus padres fueron James Morgan y Mildred "Minnie" Kennedy. Nació e19 de octubre de 1890, cerca de Salford, en Ontario, Canadá. Aimee Elizabeth Kennedy fue la única hija de James y Mildred, y creció en una ciudad que hervía de chismes concernientes a las circunstancias en que ella había nacido. Su padre, de cincuenta años de edad, se había casado con su madre, Minnie, cuando esta tenía sólo quince. 

Antes de casarse, Minnie, que era huérfana, había sido una fiel obrera del Ejército de Salvación. Sintiendo el llamado al ministerio, Minnie evangelizaba día y noche en las ciudades de Ontario. Un día leyó en el periódico que la familia Kennedy necesitaba una enfermera permanente para cuidar de la señora de la casa, que estaba muy enferma. 

Aceptó el puesto y se mudó a vivir con la familia, dejando a un lado su ministerio. Después de la muerte de la Sra. Kennedy, Minnie continuó en el hogar. No mucho después, el señor de la casa le pidió que se casara con él. Los chismes inundaron la ciudad, pero James Kennedy simplemente los dejó hablar. 

Al día siguiente después de su matrimonio, Minnie se puso de rodillas y oró, confesando que había fallado en su llamado al ministerio, y pidiendo el perdón de Dios. Entonces dijo: 

"Si sólo escuchas mi oración, como escuchaste la oración de Ana en tiempos antiguos, y me das una niñita, yo la entregaré sin reservas a tu servicio, para que ella pueda predicar la Palabra que yo debería haber predicado, que llene el lugar que yo debería haber llenado, y viva la vida que yo debería haber vivido en tu servicio. Oh, Señor, escúchame, y respóndeme... "

Pronto Minnie quedó embarazada. Nunca dudó de que tendría una hija, por lo que todo lo que diseñaba, compraba o recibía para el bebé era de color rosa. Finalmente, en respuesta a sus oraciones, el 9 de octubre nació una niñita en la granja de los Kennedy, cerca de Salford. 

Los salvacionistas vinieron a visitar a la beba y trajeron con ellos la triste noticia de que Catherine Booth, esposa del gran general William Booth, había muerto. Catherine había sido co-fundadora del Ejército de Salvación y uno de los visitantes sugirió que Aimee podría muy bien su sucesora.



Fuera cual fuere el plan de Dios para la niña, fue especialmente claro para Minnie, después de oír estas palabras, que sin dudas, Aimee crecería hasta mucho más allá de lo que ella había esperado. 


RANAS Y PIZARRAS



Cuando Aimee tenía tres semanas de vida, Minnie la dedicó al Señor en un culto del Ejército de Salvación. Su niñez fue perfecta. Creció como hija única en una enorme granja, con los animales como compañeros de juegos. Creció escuchando las historias de Daniel en el pozo de los leones, de José y el Faraón, de Moisés sacando al pueblo de Dios fuera de Egipto. Para cuando tenía cuatro años, Aimee podía pararse en una esquina, sobre un tambor y atraer a una multitud de gente recitando historias bíblicas. 

Aimee era una niñita que tenía agallas y estaba llena de ideas muy definidas. Nada la intimidaba, excepto el hecho de que, sin importar donde estuviera, Dios podía ver todo lo que hiciera. 

Cierta vez, cuando estaba enferma en cama, un peón asomó la cabeza por su ventana y le preguntó si había algo que podía hacer por ella. Aimee suspiró como una niña malcriada y le dijo: "Quisiera oír cantar a las ranas. Ve al pantano y tráeme tres o cuatro ranas y ponlas en un cubo con agua junto a mi cama". 

El hombre hizo lo que ella le pedía, y aproximadamente una hora después, regresó a su cuarto con un gran cubo lleno de ranas y plantas acuáticas. Pero salió del cuarto antes de llegar a escuchar los gritos de Aimee pidiendo que recogiera las ranas que habían saltado del cubo, Y ahora saltaban por todas partes.  Fue Minnie, la madre de Aimee, quien debió atrapar a las resbaladizas intrusas.
Cuando era pequeña e iba a la escuela, Aimee siempre era la líder. Cuando otros niños la molestaban, llamándola "la niña del Ejército de Salvación", Aimee se enfadaba, pero en lugar de contestarles, les seguía el juego. En años posteriores, esta clase de respuesta sería la que hizo que su popularidad creciera hasta las nubes. 

Cierta vez, cuando los demás niños se estaban burlando de ella, en lugar de vengarse contra sus compañeros, Aimee consiguió una caja, una regla y un mantel rojo. Entonces designó a un niño para que llevara la "bandera roja" y comenzó a marchar golpeando en la caja como si fuera un tambor, mientras cantaba a toda voz. 

Al principio, los niños la siguieron sólo para burlarse, pero luego comenzaron a disfrutarlo. Pronto las niñas también se unieron al divertido desfile. A partir de ese día, nadie volvió a burlarse de Aimee por ser del Ejército de Salvación. Su fe siempre incluía a las personas, nunca las repelía. 

Cuando Aimee era niña, le agradaba observar a su madre, que era la directora de la escuela dominical en las reuniones de los salvacionistas. Tan pronto como regresaba de la iglesia, Aimee juntaba unas sillas y las colocaba en círculo en su cuarto, e imitaba a su madre predicando a un grupo imaginario. 

En su fotografía escolar, Aimee, de ocho años de edad, sostiene la pizarra donde está escrito el número de grado, sentada en medio de los demás alumnos. Los niños a ambos lados de la maestra tienen expresiones de enojo. Este enojo se debe a que antes de tomar la fotografía, se produjo una discusión sobre quién sostendría la pizarra. Pero mientras ellos peleaban, Aimee saltó repentinamente en medio del grupo y tomó la pizarra. Cuando los demás trataron de quitársela, la maestra los mandó guardar orden y quedarse sentados el tiempo suficiente como para sacar la foto. 

Esta foto sirve como una especie de instantánea profética del ministerio futuro de Aimee Semple McPherson. Los niños que la rodeaban estaban molestos por su acción osada y decidida. Y allí, en el medio, junto a la figura protectora de su maestra, está Aimee, llena de gozo y confianza en su victoria. 


¡VE POR EL ORO! 



Durante su juventud, comenzó a hacerse visible el carácter dogmático de Aimee. Tenía una actitud deportiva y juguetona hacia la autoridad. Si alguien era elegido como superior sobre ella, tendría que demostrar con creces que podía hacerlo, antes de esperar que ella se sujetara a la autoridad

Aimee no era completamente irrespetuosa o rebelde, y nunca quiso presentar un verdadero desafío a la autoridad. Era sólo que su propia capacidad como líder era tan grande, que quienes la rodeaban se sentían automáticamente desafiados y quedaban mudos. Aun siendo niña, cuando Aimee entraba a un cuarto, captaba la atención de todos sin tener que decir una palabra. 

Algunos dicen que Aimee era una niña malcriada, y que fue su padre, James Kennedy, quien la malcriaba. James se deleitaba en su traviesa niña. Otros dicen que Aimee simplemente dejaba atrás a sus padres con su vivacidad y su creatividad. Pero para ellos, Aimee Elizabeth era una respuesta de Dios, y la trataban como a un tesoro. 

Minnie Kennedy cuidaba a su niña como un halcón. Ella era una buena madre para Aimee, pero aprender a plantarse delante de Minnie no era tarea fácil. Simplemente, el hecho de mantener su lugar estando junto a Minnie sirvió para preparar a Aimee para responder a las muchas y difíciles preguntas que debería enfrentar más tarde, como líder cristiana. 

Debido a su celo por la vida y a su fortaleza emocional, Aimee pronto comenzó a disfrutar de los aplausos. Siendo preadolescente, su personalidad dramática ya era bien conocida en las producciones teatrales de su pueblo. Y era una oradora muy popular en las clases de oratoria. 

Cuando tenía doce años, ganó la medalla de plata por un discurso presentado en la Unión de Templanza de Mujeres Cristianas en Ingersoll, Ontario, Canadá. De esa manera pudo ir a competir en London, Ontario, por la medalla de oro. 

Para cuando tenía trece años, era una celebrada y extraordinaria oradora en público. La invitaban a hablar en cenas de la iglesia, la llamaban de diversas organizaciones, eventos navideños, festivales y picnics. Las comunidades de Ingersoll y Salford pronto comprendieron que la gente vendría de muchos kilómetros de distancia a escuchar a esta niña que tenía un don tan especial.


¿DARWIN O CRISTO?



Pero la formación de Aimee en la iglesia metodista de Salford pronto le causaría confusión. Aunque los metodistas promovían los discursos y los entretenimientos dentro de su templo, condenaban absolutamente los cinematógrafos y las obras teatrales que se producían fuera de él. En realidad, a Minnie le habían enseñado que las películas eran la cosa más pecaminosa que se hubiera creado jamás. Así que Aimee creció dentro de una generación que creía en reglas religiosas muy estrictas. Las autoridades de la iglesia y otras le habían advertido que si alguna vez visitaba un cinematógrafo, terminaría en el infierno. 

A pesar de ello, cierta vez, cuando la invitaron a ver una película, ella aceptó. Y al entrar, reconoció a varios miembros de su iglesia en el lugar. Una de ellas era una maestra de la escuela dominical. La hipocresía de toda esta situación la afectó profundamente. 

Cuando entró en la escuela secundaria, en 1905, la teoría de Darwin acababa de ser expuesta al público. De repente, todos los libros de texto estaban llenos de la teoría de Darwin, que sostenía que la vida en la Tierra había surgido a partir de una ameba, y que el hombre era primo del chimpancé. 

Aimee se sintió sacudida. Aunque aún no era una cristiana nacida de nuevo, había sido criada con la Biblia, y se sentía realmente insultada por las afirmaciones de Darwin. Así que fue a ver a su profesor de ciencias y le preguntó amablemente sobre el tema. En lo que a él concernía, "la investigación biológica había superado las supersticiones antiguas". Pero Aimee arrinconó al pobre hombre a tal punto que finalmente este debió dar un paso al costado y darle toda una lista de libros de la biblioteca para estudiar. 

Aimee aceptó el reto. No sólo leyó a todos esos autores seculares y sus teorías, sino que al finalizar, nadie sino ellos sabía más que Aimee sobre el tema de la teoría de Darwin. Esto se convertiría en un patrón de conducta en su vida. Aimee era diligente e invencible. 

Pero a raíz de sus lecturas, Aimee llegó a la conclusión de que la teoría de Darwin debía de ser cierta. Después de todo, la iglesia ya no practicaba lo que la Biblia decía. Parecía que fuera solamente un lugar de reunión social para juegos y entretenimientos, y no había milagros como los que ella veía en la Biblia. Así que comenzó a debatir con los ministros que visitaban su iglesia y a cuestionar por qué predicaban, si en ese tiempo no había milagros. 

Al escuchar los cuestionarnientos de Aimee, un ministro se aclaró la garganta y le explicó que los milagros habían pasado, describiéndolo como "una cesación del carisma". Cuando Aimee lo desafió citándole otros pasajes de las Escrituras, el hombre le dijo que esos temas estaban mucho más allá de lo que ella podía comprender. Obviamente, él no conocía la determinación de Aimee. 

Otra noche, después de un culto vespertino, Aimee desafió a un predicador invitado de tal manera, que sus padres se sintieron avergonzados. "Si la Biblia es cierta, ¿por qué nuestros vecinos pagan con sus impuestos para destrozar nuestra fe?" , preguntó al ministro, que temblaba. Una vez más, Aimee tenía la última palabra. Pero se sentía muy triste, porque aparentemente no había nadie que tuviera elementos espirituales suficientes para responder a su confusión. 

Aimee llegó finalmente a la conclusión de que, según lo que ella creía, si algunas porciones de la Biblia no eran ciertas, entonces nada en la Biblia era cierto. Su razonamiento continuaba en el sentido de que si había una filtración en algún lugar, entonces todo debería ser arrojado a un lado. Así que decidió convertirse en atea. 

Al llegar a su casa, después de una última y ardiente batalla con el ministro, Aimee entró como una tromba en su cuarto, abrió la ventana, y miró hacia fuera, hacia la noche. Mientras contemplaba la magnificencia de las estrellas, se conmovió en su interior. Alguien tenía que haber creado esas estrellas, y ella quería saber quién, o qué. Basta de historias, basta de cosas oídas de terceros; quería hechos. 

Así que oró: "¡Oh, Dios...(si es que hay un Dios), revélate a mí!". Dos días después, Dios contestaría su clamor. 


ESTÁN AQUÍ ...!!!



Aimee era "un estudio sobre la confiada determinación". A los diecisiete años, era una hermosa joven que parecía tener todo lo que deseaba. A diferencia de las demás jovencitas de la región, nunca hablaba de casarse ni de tener hijos. Era muy inteligente y su familia estaba en buena situación económica. Sus ropas eran hechas a medida y a la última moda, y sus padres la adoraban. También tenía la capacidad de hablar y capturar al público con sólo una o dos frases, y había ganado todas las competencias de oratoria a las que se había presentado. 


Iba a los salones de baile y los encontraba llenos de miembros de la iglesia. En realidad, la primera persona con la que bailó en un salón era un ministro presbiteriano. Pero más que nunca, Aimee necesitaba al Señor. Y pronto lo encontraría. 

El día después de haber orado a Dios para que se le revelara, Aimee volvía a casa de la escuela, con su padre, y al pasar por la calle principal de Ingersoll, vio un cartel en una ventana que decía: CAMPAÑA DEL ESPÍRITU SANTO CON ROBERT SEMPLE, EVANGELISTA IRLANDÉS. 

Aimee había oído que estos pentecostales caían al suelo y hablaban en idiomas desconocidos. También había escuchado relatos alocados de sus gritos y danzas. Era muy curiosa, por lo que la noche siguiente, antes de llevarla a ensayar para el programa de Navidad, James Kennedy llevó a su hija a la campaña y ambos se sentaron en el último banco. 


HASTA LOS PÁJAROS SONRIERON 



En la reunión, Aimee era toda ojos. La divertía ver a algunas personas del pueblo gritando "Aleluya" con las manos levantadas. "Qué show", pensó. Si no hubiera sido atea, pensaba, ella también habría gritado. Estaba verdaderamente disfrutando de este show ingenuo desde las alturas de su torre intelectual. Entonces Robert Semple entró al salón. 

En ese momento, todo cambió para Aimee. Semple medía aproximadamente 1,85, tenía ojos azules y un cabello castaño enrolado, y un maravilloso sentido del humor. Años más tarde, Aimee aun hablaría con afecto de "la luz celestial que tenían sus ojos". 

Semple era un presbiteriano irlandés que había dejado su tierra natal para ir en barco a Nueva York. Después había viajado a Toronto, Canadá, y luego a Chicago, Illinois, por tierra. Fue en 1901 que la manifestación pentecostal de hablar en otras lenguas se extendió de Topeka, Kansas, a Chicago. Y allí, en Chicago, Semple habló por primera vez en otras lenguas. Mientras trabajaba como empleado en la carpa de Marshall Field, Dios lo llamó al ministerio, y se convirtió en un exitoso evangelista que era conocido en todo el norte de los Estados Unidos y Canadá. Y ahora había llegado al pueblo natal de Aimee. 

Cuando Semple entró en el pequeño templo, para Aimee fue como si el mundo entero se detuviera. El Rev. Robert Semple subió al púlpito y abrió su Biblia en el segundo capítulo de Hechos. Luego repitió una sencilla orden: "Arrepentíos... arrepentíos". 

Aimee comenzó a revolverse, incómoda, en su asiento. Cada vez que Semple hablaba, sus palabras la atravesaban como una flecha. Más tarde, Aimee diría:

 "Yo nunca había escuchado un sermón así. Utilizando la Biblia como espada, él cortó el mundo entero en dos".

El joven evangelista no veía punto intermedio entre servir al mundo y servir a Dios. Si alguien amaba a uno, no podía amar al otro. Se podía estar sólo a favor o en contra de él. Era así de simple. Aimee estaba pendiente de cada palabra. Entonces Semple levantó su cabeza hacia el cielo, y comenzó a hablar en lenguas. Mientras Aimee lo observaba, el rostro de Robert Semple parecía brillar con una luz interior. 

El evangelista hablaba, y Aimee comprendía perfectamente lo que estaba diciendo. Era la voz de Dios, mostrándose a ella, respondiendo su oración: 

"A partir de ese momento en que escuché al joven hablar en lenguas, hasta este día, nunca he vuelto a dudar ni por una fracción de segundo de que hay un Dios, y que él me estaba mostrando mi verdadera condición como pecadora perdida, pobre, miserable, camino al infierno".

Tres días después, Aimee detuvo su carro en medio de una calle solitaria, levantó sus manos hacia el cielo y clamó pidiendo a Dios misericordia. Entonces, repentinamente, según sus propias palabras: 

"El cielo se llenó de luz. Los árboles, los campos, los pequeños pajaritos que volaban de un lado a otro alababan al Señor y me sonreían. Tan consciente fui de la sangre perdonadora de Jesús, que parecía que la sentía fluyendo sobre mí" .

Finalmente, Aimee había nacido de nuevo. 


TEMBLANDO POR EL PODER



Aimee, que estaba buscando dirección para su vida, recibió una visión. Al cerrar los ojos, vio un río negro lleno que corría, caudaloso, y en el que caían millones de hombres, mujeres y niños que eran arrastrados sin remedio hacia una catarata. Entonces escuchó: "Conviértete en una ganadora de almas".

Perpleja, pensando cómo sería posible que ella llegara a cumplir esa tarea, comenzó a buscar más profundamente al Señor. Las mujeres no podían predicar; era algo que sencillamente no estaba permitido. 


Pero Aimee creía que si Pedro, que era un pescador, había podido predicar, quizá una jovencita campesina de Canadá también podría hacerlo. Así que buscó en el Nuevo Testamento y llegó a la conclusión de que el único requisito necesario para quien era llamado a predicar era que hubiera sido bautizado en el Espíritu Santo. 

Así que, contrariamente a los deseos de su madre, comenzó a asistir a las reuniones "de espera" que hacía un tiempo se venían realizando en Ingersoll, Ontario. 

Había manifestaciones en abundancia en esas reuniones. Las mismas se habían instituido con el propósito de recibir el bautismo del Espíritu Santo, y esto, en 1908, era considerado por la mayoría de la gente como algo extremo. Aún los salvacionistas hablaron con Minnie sobre el repentino "comportamiento pentecostal" de su hija.

Pero a Aimee nunca le importó lo que los demás pensaran. Lo único que quería hacer era agradar a Dios... y a Robert Semple. Fue el ferviente amor de Robert por Dios lo que la llevó a buscar a Dios con ansiedad. Aimee deseaba profundamente conocer a Dios como Robert lo conocía. 

Aimee estaba descuidando sus estudios por pasar tanto tiempo en las reuniones de "espera". Una mañana, mientras iba a la escuela, pasó por la casa de la mujer que conducía las reuniones, y sintió que no podía ir a clase: lo que ella quería era hablar en lenguas, En realidad, deseaba tanto hablar en lenguas, que se bajó del tren y fue hacia la casa de la mujer, y llamó a la puerta. Ahora perdía clases para "demorarse" en oración. 



Una vez que entró a la casa y pudo explicar el anhelo de su corazón, ella y la mujer comenzaron a buscar a Dios en oración. Aimee llegó a pedir a Dios que demorara las clases para que ella pudiera continuar allí esperando recibir. Y cuando lo hizo, cayó una ventisca sobre Ingersoll. El viento helado no sólo le impidió viajar a la escuela, sino que tampoco le permitió volver a su casa. Aimee estaba fascinada. 

Había nieve suficiente como para que ella debiera pasar allí el fin de semana entero esperando al Espíritu. La mañana del sábado, muy temprano, mientras todos dormían en la casa, Aimee se levantó para buscar a Dios. Al elevar su voz en adoración, las alabanzas surgieron de lo más profundo de su ser, hasta que finalmente, algo como un trueno brotó de ella y la hizo vibrar de pies a cabeza. 


Aimee se deslizó al suelo, sintiéndose como atrapada en nubes de gloria. Entonces, repentinamente, de su boca comenzaron a fluir palabras en otro idioma; primero breves frases, después, oraciones enteras. 

Para este entonces, la casa entera había sido despertada por los ruidos, y el grupo bajó las escaleras gritando y gozándose. Entre ellos estaba Robert Semple. No se sabe cuánto tiempo pasó Robert Semple en el pueblo de Aimee, pero seguramente debe de haber viajado varias veces de ida y de vuelta, ya que estaba allí cuando Aimee fue bautizada en el Espíritu Santo. 


"DANZA ELÉCTRICA"



Robert viajaba mucho, pero intercambió correspondencia regularmente con Aimee durante todo el invierno. Finalmente, a principios de la primavera de 1908, Robert regresó a Ingersoll y le propuso matrimonio. 

En realidad, lo hizo en la misma casa en que ella había recibido el bautismo unos meses antes. Seis meses después, el 12 de agosto de 1908, Aimee se casó con Robert Semple en la granja de su familia, cerca de Salford, Ontario. Aimee no terminó sus estudios secundarios por amor a Semple. En realidad, dejó todo para poder amar, honrar y obedecer a su esposo. Robert era todo lo que ella necesitaba para tener una vida satisfactoria y rica. 

"Él fue mi seminario teológico, mi mentor espiritual, y mi tierno, paciente, constante amor" escribiría más tarde. 

Antes de casarse, Aimee y Robert habían convencido a los padres de ella de que hablar en lenguas era bíblico. Pero les resultó mucho más difícil convencer a Minnie de la voluntad de Dios con relación al llamado de la pareja a servir en China. 

En preparación para el viaje, Robert trabajaba en una fábrica durante el día, y predicaba por las noches. Pronto su ministerio los llevó a London, Ontario, donde ministraban en los hogares. Robert predicaba y Aimee tocaba el piano, cantaba y oraba con los convertidos. 

En unos pocos meses, cien personas habían recibido el bautismo del Espíritu Santo, muchas más habían sido salvas y se habían producido muchas sanidades notables. 



En enero de 1909, los Semple fueron a Chicago, Illinois, donde Robert fue ordenado al pastorado por el pastor William Durham. Allí permanecieron durante varios meses viviendo en un vecindario italiano, donde fueron muy felices.


Más tarde, ese mismo año, los Semple viajaron a Findlay, Ohio, con el pastor Durham, para trabajar en otra obra misionera. Allí Aimee tuvo su primera experiencia con la sanidad divina. Sucedió cuando ella se rompió el tobillo al caer de unas escaleras. El médico que le puso el yeso le dijo que nunca volvería a tener pleno uso de cuatro de los ligamentos, y le aconsejó que no apoyara el pie al menos por un mes. Pero Aimee continuaba yendo a las reuniones de oración, cojeando, aunque la más leve vibración contra el suelo le producía terribles dolores. 


Finalmente, mientras estaba en una reunión, el dolor se hizo tan intenso que debió regresar a su cuarto. Mientras estaba sentada mirando los dedos de sus pies, negros e hinchados, escuchó una voz que le decía: "Si vas a la (obra misionera) y pides al hermano Durham que imponga las manos sobre tu pie, yo lo sanaré". Aimee reconoció la voz del Señor e hizo lo que él le decía. 


En la obra misionera, el hermano Durham había estado caminando por el pasillo de un lado a otro, pero se detuvo y colocó su mano sobre el pie de Aimee. Algo, como una descarga eléctrica, sacudió su pierna, e inmediatamente los dedos recobraron su color de piel normal. Aimee sintió que los ligamentos se ubicaban en su lugar mientras el hueso volvía a unirse y, repentinamente, dejó de sentir dolor. 

Llena de felicidad, Aimee pidió a alguien que cortara el yeso. Después de un breve debate, finalmente decidieron hacerlo. Una vez que quitaron el yeso, se sorprendieron al ver un pie perfectamente sano. "Entonces Aimee se puso sus zapatos y salió danzando por toda la iglesia" 


DEMONIOS, ORUGAS E INDUES EN LLAMAS 



A principio de 1910, los Semple, que ahora esperaban un hijo, partieron hacia China. La pareja visitó a los padres de Robert en Irlanda, y luego se detuvo en Londres, donde él predicó en varias reuniones. Mientras Robert estaba en una de esas reuniones, un millonario cristiano pidió a Aimee que predicara en el Victoria and Albert Hall. Aimee tenía sólo diecinueve años de edad y jamás había predicado públicamente antes, pero no quería dejar pasar una oportunidad para servir a Dios, así que, nerviosamente, aceptó. 

Aimee, parada ante el púlpito frente a la gente que llenaba el salón, abrió su Biblia en Joel 1:4 y comenzó a enseñar proféticamente sobre la restauración de la iglesia a través de los tiempos. En realidad, estaba tan atrapada por el momento, que al terminar sólo podía recordar la tremenda unción que había inspirado el mensaje. No podía recordar lo que había dicho, pero sí veía los aplausos y los ojos húmedos de muchos que habían escuchado su mensaje. 

En junio de 1910, los Semple llegaron a Hong Kong. Pero Aimee no estaba preparada para lo que vio. La dieta china de orugas, insectos y ratas la asqueaba, y su departamento era tan ruidoso que casi no podían descansar. Finalmente, discernieron que en el apartamento había algunos espíritus demoníacos que producían parte de los ruido que escuchaban día y noche. 

Un día, los hindúes quemaron a un hombre vivo justo fuera de la ventana de su cocina. Esto, junto con todo lo demás, hacía que Aimee viviera al borde de la histeria la mayor parte del tiempo. Había llegado a odiar la obra. Y pronto, debido a las malas condiciones en que vivían, ella y Robert contrajeron malaria. El estado de Robert era peor que el suyo, y el 17 de agosto, sólo dos meses después de llegar, Robert Semple había muerto. 

Aimee quedaba sola para defenderse en un lugar extraño. Su dolor era insoportable, y estaba esperando un hijo de Robert. Un mes después de la muerte de su esposo, el 17 de setiembre de 1910, Aimee dio a luz una pequeña niña que pesó sólo dos kilogramos. La llamó Roberta Star. 

Pero la muerte de Robert había llenado de dolor la vida de Aimee. No había palabras para describir la pena que sentía, en la cama del hospital, agobiada por el horror de tener que seguir adelante sola. Algunas veces Aimee se volvía hacia las paredes del hospital y gritaba con todas sus fuerzas. 

La madre de Aimee, Minnie, finalmente le envió el dinero para que pudiera regresar a casa. Mientras la desolada viuda misionera atravesaba el Pacífico camino a su hogar, la diminuta beba que sostenía en sus brazos era lo único que le daba alguna esperanza. 


HOGAR, DULCE HOGAR



Ya de regreso en su hogar, Aimee lloró la pérdida de su esposo Robert durante más de un año, pero también continuó buscando la voluntad de Dios para su vida. Fue a Nueva York y luego a Chicago, deseando ministrar en las iglesias que Robert había dejado. Cuando la salud de su hija se deterioró, Aimee regresó al hogar de su niñez. Pero su dolor no le permitía estar quieta por mucho tiempo, y finalmente volvió a Nueva York. 

Mientras estaba allí, conoció a Harold McPherson, quien pronto se convertiría en su segundo esposo. McPherson era de Rhode Island, y se lo conocía como un hombre sólido, de ideas claras, gran fortaleza y muy bondadoso. 

El 28 de febrero de 1912, Aimee y Harold se casaron. Aimee le puso el apodo de "Mack". Roberta lo llamaba "papá Mack". Se mudaron a Providence, Rhode Island, a un pequeño apartamento. Harold consiguió trabajo en un banco y Aimee se quedó en el hogar, como ama de casa. Para julio de 1912, estaba esperando otro hijo. 

Según Aimee, el único problema real que ella y Harold debieron enfrentar en su relación matrimonial fue debido a que sus metas eran totalmente diferentes. Ella describió los tres años que siguieron a su matrimonio como algo muy similar a la historia de Jonás. Aimee había huido de Dios, y como resultado, sufría de depresión. Estaba siempre enferma, y finalmente tuvo un colapso nervioso. 


"¿IRÁS?"



Rolf, su único hijo, nació e123 de marzo de 1913, y como madre, Aimee comenzó a comprender que en ella estaban surgiendo una estabilidad y madurez emocional que le serían muy beneficiosas en el futuro. No mucho después del nacimiento, comenzó a oír la voz del Señor diciéndole: "¡Predica la Palabra! ¿Irás? ¿Irás?" La voz se hacía oír especialmente cuando limpiaba la casa.  


La sensibilidad a la voz del Espíritu de Dios que Aimee desarrolló en esos años llegaría, más tarde, a despertar a una nación dormida. Se dice que ella hablaba a los miles de personas a los que ministró con la ternura con que una madre hablaría a sus hijos. 


En 1914, Aimee trabajaba en la comunidad, predicando y enseñando en las escuelas dominicales, pero esto no satisfacía el llamado que ahora resonaba mucho más fuerte: "¡HAZ LA OBRA DE EVANGELISTA! ¿IRÁS?" 

Fue también en 1914 que enfermó gravemente. Después de varias operaciones, sin mejoría alguna, llegó a perder toda esperanza, al punto de rogar a Dios que la hiciera morir. 

Los médicos llamaron a la madre de Harold ya Minnie para informarles que Aimee no tenía mucho tiempo de vida. Pero cuando Minnie escuchó sus palabras, recordó vívidamente la oración que había elevado a Dios por su pequeña, y su promesa de que Aimee cumpliría el llamado que ella había rechazado. Minnie se aferró a la promesa de Dios, negándose a permitir que su hija muriera. Las enfermeras lloraban al ver a Minnie de pie junto al cuerpo de Aimee, llorando y renovando su promesa ante Dios. 

Casi sin esperanzas, los internos trasladaron a Aimee de su cuarto a una sala de guardia donde llevaban a los moribundos. Fue entonces que Aimee, saliendo del coma en que yacía casi sin vida, comenzó a hablar. Estaba llamando a las personas al arrepentimiento; y seguía escuchando esa misma voz: "¿IRÁS?" Aimee logró reunir suficientes fuerzas como para susurrar que sí lo haría. Entonces abrió sus ojos, ya sin dolor. Dos semanas después, estaba de pie, completamente sana. 

"DE ESPALDA SOBRE EL HENO"



Para este entonces, Harold tenía un buen empleo y quería que Aimee fuera como las demás mujeres: que limpiara la casa y cocinara. Pero Aimee sentía que ya no podía permanecer tan confinada y al mismo tiempo cumplir con el llamado de "ir". Así que en la primavera de 1915, después que Harold saliera para su trabajo, Aimee arropó a Roberta y a Rolf, juntó sus pertenencias y partió hacia Toronto.

Antes de salir para asistir a su primera reunión de campaña pentecostal, le envió un telegrama a Harold: "He tratado de seguir tu camino y he fallado. ¿No querrías venir tú ahora, y seguir mi camino? Estoy segura de que seremos felices". 

Minnie aceptó cuidar a los niños para que Aimee pudiera comenzar su ministerio. Harold respondió al telegrama de Aimee muchos meses después. Pero estaban ya tan lejos el uno del otro, que Harold no podía ponerse a la par de ella. Después de meses de tratar de resolver sus diferencias, se enfrentaron a lo inevitable. 

Con su futuro ahora comprometido, a Aimee la preocupaba no poder llegar nunca más a operar en el poder con que lo había hecho estando casada con Robert. Temía que la unción de Dios la hubiera abandonado. Pero sus temores se desvanecieron cuando recibió la cálida bienvenida de sus amigos en las reuniones de la campaña. Se sintió inspirada al escuchar sus sinceras alabanzas, y sintió que el fuego de Dios se encendía en ella. 

Pero aún sentía que debía confesar su falta de acción ante el Señor, y en el primer llamado al altar de la campaña, fue la primera en pasar adelante. Cuando se arrodilló frente al altar, pudo sentir la gracia y la aceptación de Dios. 

"Tal amor", recordaría luego, "fue más de lo que mi corazón podía soportar. Antes que me diera cuenta estaba de espaldas sobre el heno, caída bajo el poder del Espíritu". Permaneció en esta campaña durante semanas. Lavaba los platos, servía las mesas, y oraba por las personas. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan feliz. 

UNA CARPA RASGADA Y EL PODER ESPIRITUAL



Pronto Aimee comenzó a predicar por su cuenta. Utilizaba cualquier método para atraer a la gente, y las personas venían de todas partes en el campo para escucharla. En 1915, una de sus reuniones contó con una asistencia de más de quinientas personas. Se había convertido en una novedad. Además de su carácter dramático, era una mujer, y en esos días era difícil encontrar a una predicadora, así que todos estaban curiosos por ir a verla y escucharla. 

La gente del pueblo reunió $ 65 para ella en una de las reuniones. Con las ofrendas, pudo comprar la tan necesitada carpa, que costaba $ 500. Feliz de haber hecho un tan buen negocio, Aimee desenrolló la carpa para levantarla. Pero lamentablemente no era tan buen negocio. 

La tela de la carpa estaba rasgada a pedazos en algunas partes. Aimee reunió rápidamente a sus voluntarios y juntos cosieron todas las roturas hasta que los dedos se le endurecieron y le dolían. Para el anochece¡:, la carpa remendada ya estaba colocada. 

Cierta vez, mirando a la congregación, vio a Harold. Había viajado a una de sus reuniones para verla predicar. Antes que terminara la noche, Harold había sido lleno del Espíritu Santo, y la acompañó en algunas reuniones. 

Había una empatía natural en Aimee que acentuaba las peculiaridades de su ministerio y atraía a grandes cantidades de personas de todas clases. La gente se identificaba con ella, porque después de todo, todos tenían una madre. Y los que se acercaban experimentaban el poder de Dios en sorprendentes manifestaciones. Muchos venían para sentir de esa forma la presencia de Dios, y miles de personas recibían el bautismo. 


LA IGLESIA RODANTE





Durante los siete años siguientes, Aimee cruzó los Estados Unidos seis veces. Entre 1917 y 1923, predicó en más de cien ciudades en campañas que duraban entre dos días y un mes. 

Su primer experiencia ministerial con la sanidad divina se produjo con una mujer que sufría de artritis reumatoidea. El cuello de esta mujer estaba tan torcido que no podía mirar a la evangelista. Pero inmediatamente después de la oración de fe, esta mujer pudo volver la cabeza y mirar al rostro de Aimee. Dios la había sanado y Aimee lo supo al verla cara a cara. 

Aimee señalaba enfáticamente que ella nunca había buscado un ministerio de sanidad, y que no la fascinaba la idea de tenerlo. Pero la sanidad vino con su llamado evangelístico, y después de escuchar los resultados inusualmente exitosos de sus oraciones, la gente se agolpaba para pedirle que orara por ella.


 

En una reunión, las ofrendas alcanzaron para comprar un pequeño Packard 1912 que pronto se convertiría en su iglesia sobre ruedas. Aimee se paraba en el asiento trasero y predicaba en ocho a diez reuniones diarias. Entre reuniones, entregaba tratados y folletos invitando a la gente a asistir. 

Aunque conducía sus reuniones con gracia, también era muy fuerte. Había desarrollado mucha fuerza al armar y desarmar su carpa y clavar las estacas en el suelo. En realidad, hablaba mas alto y era más fuerte que muchos hombres.

QUEMADURAS, HERIDAS Y CARNAVAL



Como ya hemos mencionado, Aimee era conocida por su forma afectuosa de predicar. Con frecuencia trataba a la gente que la escuchaba como una madre trataría a su hijo. Nunca condenaba ni amenazaba; siempre alentaba a quienes la escuchaban a enamorarse de la gracia y la misericordia de Dios.

Pero, como una madre firme, no era débil. Cierta vez, una lámpara le explotó en el rostro, y quedó envuelta en llamas. Rápidamente metió la cabeza en un cubo con agua, pero no antes que se le produjeran varias heridas en el cuello y el rostro. Para empeorar las cosas, todo esto había sucedido delante de un grupo de molestos que habían ido a observar y burlarse. La carpa estaba llena la noche en que esto ocurrió, por lo que Aimee se retiró a la parte posterior, terriblemente dolorida.

Uno de los que se burlaban subió a la plataforma y dijo:
 "La señora que predica sanidad divina se ha lastimado. Se quemó la cara, así que esta noche no habrá reunión".

Pero tan pronto como acabó de decir esas palabra, Aimee entró corriendo nuevamente a la carpa y de un salto subió a la plataforma. Estaba en agonía, pero pudo reunir suficientes fuerzas como para sentarse al piano y gritar: : "¡Alabo al Señor que me sana y quita todo mi dolor!" Cuando ya estaban cantando la segunda o tercera estrofa, la gente allí reunida fue testigo de un milagro: ¡el rostro de Aimee pasó de ser rojo como una langosta a recobrar el color de la piel normal!


Aimee aprovechaba cualquier oportunidad para reunir gente, así que mientras se encontraba en una ciudad en el tiempo de carnaval durante el desfile, pensó que sus esfuerzos no tendrían gran resultado si no preparaba un plan bien hecho. Entonces observó que los que desfilaban tenían grandes estandartes con lemas relativos a los diferentes estados y comercios locales. Así que transformó su Packard 1912 en una iglesia flotante. Sus colaboradores la ayudaron a cubrir la parte superior de manera que pareciera ser una colina con una carpa en la cima, y luego lo decoraron con hojas de palmera verde y musgo. A los lados, pintaron esta leyenda: "Jesús viene pronto" y "Yo voy a la campaña pentecostal. ¿Y tú?" En el interior, Aimee tocaba su pequeño órgano, mientras Harold manejaba el Packard hasta unirse al desfile, sin que los policías lo notaran. A los que observaban el desfile les encantó la ocurrencia, e hicieron sentir su aprobación con fuertes risas y gritos de aliento. Y esa noche, llenaron la carpa. "La misma audacia de lo que habíamos hecho" , diría luego Aimee, "pareció atraerlos".


DE HAROL A MINNIE



Aproximadamente para esta época, Aimee comenzó a publicar The Bridal Call (El llamado a la esposa). La publicación comenzó siendo un boletín de cuatro páginas, pero en tres meses había crecido hasta convertirse en una revista de dieciséis páginas que incluía fotos, sermones, poemas y un precio de suscripción. La intención de Aimee era dar nueva forma a la iglesia, "quitando la maldición y el pecado para darle un tono de celebración, de un matrimonio feliz".

La reputación de libertad en el Espíritu que tenía Aimee atraía a personas de diferentes trasfondos. Pronto, todos los que buscaban emociones fuertes, los vagabundos y los brutos aparecían en su carpa. 
Cuando las reuniones eran pequeñas, ella podía controlarlos. Pero cuando ya había más de mil personas, la única manera en que podía calmar sus estallidos emocionales era recurriendo a la música y el canto, y lo hizo con mano maestra. Poco después, incorporaría narrativa y representaciones teatrales a su predicación. 

Aimee se encontraba cómoda entre la gente negra. Le agradaba visitar sus hogares, y muchas veces descubría que ella misma era mucho más pobre que cualquiera de ellos. Ellos también sabían que ella los amaba. Cuando Aimee iba al Sur a visitarlos y trabajaba con ellos en los campos de algodón y tabaco, sus reuniones se llenaban de gente. 

Ahora las multitudes eran cada vez más numerosas. Pero la vida personal de Aimee comenzó a sufrir nuevamente, ya que ella y Harold no se ponían de acuerdo en lo relativo al ministerio. A él no le agradaba la vida de vagabundos que llevaban, y tampoco entendía su visión para el futuro. Por eso, finalmente, después de una confrontación que duró toda una noche, Harold empacó sus cosas y se fue. 

Varios años después, Harold pidió el divorcio, alegando que Aimee lo había abandonado. Pero ella contestó a la demanda, manifestando que había sucedido precisamente lo contrario. Harold luego volvió a casarse y vivió una vida mucho más normal con su familia. 

Minnie ahora se unió al ministerio de su hija y trajo con ella a Roberta, hija de Aimee. La niña tenía siete años y hacía dos que no veía a su madre, pero ahora que estaba con ella, rápidamente se entusiasmó con su ministerio y le encantaba verla predicar. 

Minnie inmediatamente se hizo cargo de manejar las multitudes. Aimee había atraído cantidades enormes de gente, y necesitaba alguien que le ayudara a manejarlas. Y Mamá Kennedy era ideal para esto. Ella creía que el evangelismo no era sólo cuestión de fe; ¡también requería de organización! La personalidad minuciosa y detallista de Minnie era perfecta para la tarea que Aimee necesitaba, y finalmente ayudó a que su hija pasara de las carpas a los coliseos.


ZAPATOS ESTIRADOS Y UNA BOTELLA DE NUBES



En medio de todas las corridas y la obsesión del ministerio, los hijos de Aimee decían que siempre se sintieron seguros con su madre en los viajes. Les encantaba viajar con ella. Algunos acusaron a Aimee de hacerles la vida más difícil. Pero la verdad es que ambos se sentían muy decepcionados cuando no podían ir con ella. 

Rolf y Roberta tienen maravillosos recuerdos de su madre. Roberta recuerda las historias que su madre le contaba mientras iban por la carretera. Cierta vez, después que su madre le describiera una nube con gran belleza, Roberta quiso atrapar una. Así que Aimee rápidamente se puso a un lado del camino, tomó una botella vacía y salió del auto. Luego levantó la botella en el aire hasta que la humedad y la niebla que la rodeaban formaron pequeñas gotas en el interior de la misma, y la tapó. Cuando regresó al auto, la entregó a Roberta, con una nube de verdad adentro. 

Rolf recuerda que una vez necesitaba desesperadamente zapatos, y alguien le regaló un par. Cuando llegó la caja, la familia estaba entusiasmada. Pero cuando Rolf trató de ponérselos, no le calzaban bien. Todos se sintieron muy decepcionados, pero entonces Roberta preguntó: "Madre, ¿cómo hacían para calzarse los israelitas en el desierto? Los pies seguramente les habrán crecido". Sin pensar, Aimee respondió rápidamente: "Dios debe de haber estirado sus zapatos". 

Roberta entonces preguntó si Dios podría hacer lo mismo con los zapatos de Rolf, así que mamá Aimee dijo: "No lo sé, pero arrodillémonos, y pidámosle" . Cuando se levantaron, Rolf se probó los zapatos otra vez, y ahora le quedaban perfectos 

En otra ocasión, Rolf estaba jugando descalzo en el campo, donde el césped estaba muy alto, y se lastimó un pie al pisar un rastrillo escondido. El rastrillo perforó profundamente su pie y comenzó a salir mucha sangre de color rojo oscuro. 

Cuando Aimee se enteró de lo que había sucedido, corrió a ver a Rolf y lo llevó hasta su camastro en la carpa. Rolf recuerda con cariño cómo su madre sostenía su pie mientras oraba, arrodillada, pidiendo a Dios que lo sanara. Después que Aimee oró, Rolf se quedó dormido. 

Muchas horas después, Rolf se despertó con el ruido de la gente en la reunión en la carpa. Cuando se sentó, vio las manchas de sangre en la cama, y se tomó el pie. Se fijó en la planta del pie, donde se había herido con el rastrillo, pero no quedaban rastros de la herida. Pensando que había mirado el pie equivocado, tomó el otro, pero ambos estaban lisos y sanos. ¡Qué feliz se sintió al ver que su pie había sido completamente sanado! 


VESTIDA DE SIERVA



La única doctrina pentecostal a la cual se sabe que Aimee se opuso fue la de la santificación como obra posterior de la gracia. Ella tenía la plena convicción de que aquellos que quienes perseguían o decían poseer la "perfección cristiana" muchas veces le daban la espalda al mundo, creando un aislamiento religioso. 

Aimee deseaba que el evangelio llegara a todos, y no quería que nadie se sintiera intimidado por venir a escuchar la Palabra de Dios. El elitismo que había encontrado en la iglesia, y que mantenía apartados a los pecadores, era una gran carga para ella. Ella llamaba al pecado por su nombre e invitaba a todos a arrepentirse: 

"Por más que queramos disfrazarlo con nombres elegantes, el pecado es pecado... Dios mira al corazón y en cuanto a la santidad, pues bien, sin santidad nadie verá al Señor. Debemos ser salvos, debemos ser santificados, pero es todo a través de la preciosa sangre redentora de Jesucristo"

En 1918, cuando la Primera Guerra Mundial hacía estragos en Europa,  y los Estados Unidos sufrían una mortal epidemia de gripe, Aimee era considerada un rayo de esperanza debido a su doctrina. Una de las características de su ministerio más apreciada por todos era su espíritu de sierva. Para demostrarlo, un día, mientras Aimee miraba vestidos con intenciones de comprar uno para sí, el Señor le dijo: 

"Tú eres una sierva de todos, ¿verdad? Pues entonces ve al piso alto y pide ver los vestidos para la servidumbre".

Aimee obedeció y compró dos vestidos de sierva por $ 5. A partir de ese momento, siempre se la veía con su distintivo vestido y capa blancos de sierva. 


YO TE PROMETÍ UN JARDIN DE ROSAS



Una tarde, Roberta, que estaba enferma de gripe, preguntó a su madre por qué ellos no tenían un hogar como todos los demás. Mientras Aimee oraba por la sanidad de su hija, Dios le habló y proclamó que él no sólo levantaría a su hija, sino que también les daría un hogar en el soleado sur de California. Hasta le dio una visión de su futuro hogar, un bungalow con un jardín de rosas. 

Cuando Roberta se recuperó, la familia se trasladó a California. Roberta diría más tarde que en ese momento no tenía idea de qué gran milagro era esa casa, porque "cuando mamá nos decía que algo sucedería, era como tener dinero en el banco".

El viaje no fue cosa fácil. Los mapas de rutas eran escasos, las ciudades estaban muy apartadas, y las condiciones de las rutas eran cuestionables. Pero nada de esto detuvo a Aimee. Camino a la Costa Oeste, llegó a Indianápolis justo cuando habían levantado la cuarentena por la gripe. Allí se encontró con Maria Woodworth-Etter. Conocer a esta mujer que la había inspirado tanto, y escucharla predicar fue la emoción más grande de su vida. 

Cuando Aimee finalmente llegó a Los Ángeles, a fines de 1918, su fama la había precedido. Para este entonces, la obra misionera de Azusa era sólo un recuerdo. Sus miembros se habían dispersado por la ciudad, pero estaban aún esperando a la persona que Dios utilizaría para reunirlos. Cuando Aimee llegó, creyeron que era ella. 

Dos días después de llegar, Aimee predicó un mensaje ante setecientas personas, titulado "¡Gritad! Porque el Señor os ha entregado la ciudad". A principios de 1919 los pasillos, el piso y los alféizares de las ventanas del Auditorio Filarmónico estaban atestados de personas que venían a escucharla. 

Nada de lo que hicieran por Aimee y su familia parecía suficiente a la gente de Los Ángeles. Menos de dos semanas después que ellos llegaran, una mujer se puso de pie en una de las reuniones y dijo que el Señor le había indicado que entregara a la evangelista cierto terreno en el que ella podría construir su casa. Otros se levantaron, comprometiéndose a conseguir los materiales y a trabajar en la construcción. 

Aún los rosales que había visto en la visión fueron donados, y en abril, la casa con porche y chimenea era una realidad. 


UNA TÚNICA DE MUCHOS COLORES



Para este entonces, Aimee podía ver que necesitaba un lugar permanente donde predicar. Así que entre los años de 1919 y 1923, recorrió nueve veces los Estados Unidos, predicando y reuniendo fondos para construir el Angelus Temple. Dondequiera que iba, la gente la amaba. 

El tono de la predicación de Aimee podía pasar del que uno usaría para hablar a un bebé, como muchas veces le agradaba hacer para deleitar a las personas mayores, hasta el comportamiento solemne y la voz grave de una dinámica profetisa ganadora de almas. Dios la había dotado para acomodarse a muchas situaciones diferentes con su manera de hablar. 

La prensa descubrió a Aimee en 1919, comenzando así lo que en sus últimos años se convertiría una de las más celebradas relaciones de amor/odio con los medios. Aimee los amaba, pero ellos nunca estaban seguros de lo que les haría. No estaban acostumbrados a que nadie se aprovechara de sus métodos. Cuando trataban de tenderle trampas con preguntas como: "Aimee, ¿es pecado usar medias de seda?", ella contestaba cosas como: "Bueno, eso depende enteramente de cuánto se muestre de ellas" ,mientras cruzaba delicadamente sus piernas. Esta clase de cobertura periodística se prestaba a hacer de ella un fenómeno nacional. 

En Baltimore, Maryland, el primer auditorio en que Aimee predicó tenía capacidad para tres mil personas, pero muchas quedaban afuera por falta de espacio, así que alquiló otro auditorio con capacidad para dieciséis mil. Allí fue que Aimee sorprendió a la gente de Baltimore señalando el comportamiento demoníaco de una adoradora excesivamente demostrativa. Hasta entonces, habría sido considerado falto de ética confrontar a alguien que estaba "en estado de éxtasis" en Dios. Pero Aimee reprendió a la mujer y pidió a una integrante del coro que la llevara a un cuarto contiguo. 

Después de observar en oración a la mujer, Aimee desafió la ética de los líderes de esa época y llamó a la iglesia a comportarse con madurez espiritual: 

"La mujer resultó ser una maníaca que había estado en una institución mental... Pero era la clase de persona a la que muchos santos habrían permitido pasearse por la plataforma, temerosos de apagar el Espíritu".

Mientras Aimee estaba en Baltimore, comenzó una campaña de sanidad a nivel nacional, en la que se produjeron milagros increíbles, y realmente inusuales. Los titulares de los periódicos informaban en primera plana de los resultados de las reuniones.  



Se dice que cuando Aimee entraba al salón antes de una reunión, generalmente había un incontable número de personas esperando tocarla, y al verlos, ella corría hacia su vestidor, abrumada, rogando a Dios que la ayudara. 

Dondequiera que Aimee iba, las multitudes se agolpaban para tocarla. Ella observaba tristemente mientras la policía cerraba con candado las puertas con el fin de protegerla. 

Después de un tiempo, al cerrar sus ojos, por la noche, lo único que veía eran las mil setecientas personas apretadas en un lugar construido para acomodar a mil. Veía los altares y los pisos bajos llenos de personas enfermas y despertaba pensando cómo Jesús había manejado esa situación: 

"¿No nos daríamos cuenta de que Jesús realmente tuvo que subir a un bote y apartarse de la orilla, para poder predicar a la gente?

En 1921 Aimee realizó una campaña de tres semanas de duración en Denver, Colorado, en la cual dieciséis mil personas llenaban elAuditorio Municipal dos y tres veces por día. Una noche, ocho mil personas debieron quedar afuera. 


MINNIE NO ERA PRECISAMENTE UNA RATONA



Durante estos exitosos días del ministerio, Minnie cuidó agresivamente de la salud de su hija. Consideraba que esta era su mayor prioridad, dado que si la salud de Aimee fallaba, también fallaría el ministerio. Eran más como hermanas que madre e hija, pero nunca estuvieron verdaderamente unidas en lo espiritual. 

Minnie era una organizadora increíble. Conducía el ministerio de Aimee de punta a punta, y mantenía las finanzas en orden. Era resistente, y algunas veces sólo dormía dos horas por noche. Investigaba a cada enfermo antes del culto para dejar fuera a los que podrían causar problemas, y pasaba largas horas con los inválidos antesde comenzar las reuniones.

Minnie jamás se sentaba a comer. Tomaba unos bocados en los momentos más extraños, entre registrar a los inválidos, recibir a los delegados y organizar el ministerio de ayuda. Minnie trabajó diligentemente para establecer el orden como en una empresa, para el ministerio. Pero nunca llegó a captar la plenitud del llamado de Aimee, y nunca comprendió plenamente por qué Aimee hacía lo que hacía.

Si alguien llegaba a acercarse demasiado a Aimee, Minnie importunaba a su hija hasta que ella rompía esa relación. Muchos empleados renunciaron o fueron despedidos a causa de Minnie. Quizá esta fue la razón por la que Aimee nunca tuvo una amiga íntima demasiado tiempo. Su relación con su madre siempre había sido un gran factor de tensión. Y en los años por venir, la sensación de Aimee en el sentido de que su madre la "controlaba" y la trataba como si fuera de su propiedad, finalmente fue lo que hizo que se separaran. 

En 1921, Aimee estaba cansada de pasar tanto tiempo recorriendo caminos y comenzó a buscar el terreno donde podría construir Angelus Temple. Lo encontró en la prestigiosa zona de Echo Park, en Los Ángeles, que estaba rodeada de abundante césped, zonas de picnic, y un hermoso lago. 


DEL KU-KLUX-KLAN A HOLLYWOOD 



Aimee fue "la primera" en muchas áreas. Mientras construía el templo, la estación de radio Rockridge, de Oakland, la invitó a ser la primera mujer en predicar en el aire. Esto hizo encender otro fuego dentro de ella, y tiempo después construiría su propia estación de radio. 

Pero primero debía construir el Templo. Todos contribuyeron para el proyecto. Alcaldes, gobernadores, gitanos... hasta el Ku-Klux-Klan. Aunque Aimee no estaba de acuerdo con el Ku-Klux-Klan, los integrantes del mismo la amaban. Pero fue este "amor" por ella, que los llevó a cometer un delito. 

Después de otra reunión en Denver, en junio de 1922, Aimee estaba en un salón contiguo con una reportera, cuando alguien se acercó a pedirle que fuera a orar por un inválido que estaba afuera. Ella llevó a la reportera consigo, ya que deseaba que fuera testigo de la oración. Pero cuando salieron, ambas fueron tomadas por la fuerza, les cubrieron los ojos con un pañuelo, y las llevaron a una reunión del Ku-Klux-Klan

Resultó que lo único que el Ku-Klux-Klan deseaba era un mensaje privado de la evangelista. Así que ella les habló de Mateo 27, sobre "Barrabás, el hombre que pensó que nunca lo encontrarían". Después de predicar, Aimee escuchó cortésmente mientras los del Klan hacían un voto de apoyarla "silenciosamente" en todo el país. Para ellos, esto simplemente significaba que dondequiera que Aimee fuera en los Estados Unidos, podría confiar en que ellos la observarían y la protegerían. 
Luego volvieron a cubrirles los ojos a ella y a la reportera, y las llevaron de regreso al salón en Denver. 

La reportera publicó una gran nota sobre el secuestro, que llevó a Aimee a alturas aún mayores, y atrajo más dinero para el Templo. A fines de 1922, el Templo, con capacidad para cinco mil personas sentadas, estaba finalmente terminado. El mismo fue dedicado con un extravagante culto el día de Año Nuevo de 1923. Quienes no podían asistir allí vieron un templo similar armado con flores, en una carroza en la que miembros del coro se presentaron al desfile de rosas de Pasadena. Esta carroza se llevó el primer premio del desfile en su categoría. 

El New York Times cubrió ampliamente la dedicación del templo, y a partir de entonces, los cinco mil asientos del mismo se llenaban cuatro veces cada domingo. 

El templo tenía una acústica perfecta. Se dice que muchos productores de Hollywood esperaban que Aimee fracasara para poder adquirir el edificio y convertirlo en un teatro. Pero Aimee no fracasó, y finalmente lo convirtió ella misma en un teatro. Un teatro para Dios. 



Según Aimee, toda la Biblia era un drama sagrado hecho para ser predicado e ilustrado dramáticamente. Y según ella, era en este aspecto que las iglesias denominacionales habían perdido poder. Aimee creía en realidad que la iglesia se había vuelto demasiado fría y formal, mientras que el amor del mundo por el entretenimiento le daba ánimo, gozo y risas. También creía que esta era la razón por la cual el mundo cristiano estaba tan ansioso por entretenimiento. 


En julio de 1922, Aimee nombró al Angelus Temple "LA IGLESIA DEL EVANGELIO CUADRANGULAR", debido a una visión que había tenido mientras predicaba sobre el primer capítulo de Ezequiel. El primer día de inscripción para esta nueva asociación, se presentaron mil pastores. 


En el Templo se dedicaban dos reuniones semanales a orar por los enfermos. Aunque tenía veinticuatro ancianos en su equipo, Aimee condujo personalmente la mayoría de estas reuniones hasta su muerte, en 1944. 

Las sanidades que se producían en Los Ángeles eran increíbles, pero eran menos observadas por el público en general que en las anteriores campañas nacionales de Aimee. En los cultos más extensos que se realizaban en el Templo, el énfasis estaba en ganar almas y en capacitar a pescadores de almas. 


CUENTOS DEL TEMPLO



Sin dudas, Angelus Temple era un lugar de mucha actividad. Aimee tenía una torre de oración con gente orando veinticuatro horas por día. También creó un coro de cien voces y una banda de bronces de treinta y seis personas. El santuario estaba lleno de música en cada culto. Y Aimee compró vestuario y materiales de escenografía para hacer destacar sus sermones en medio de Hollywood. Casi todo Los Ángeles sabía que asistir a un culto en Angelus Temple era un evento muy importante. 

Aimee tenía un notable sentido del humor, y aunque hubo muchas fallas en sus primeros sermones ilustrados, siempre las aprovechaba al máximo. Cierta vez, para dar más vida a la escena del Huerto del Edén, pidió un loro del circo local Pero Aimee nada sabía del vocabulario vulgar que el animal había aprendido mientras trabajaba en el show. Y en medio de su predicación, el loro se volvió hacia ella y le dijo: "¡Oh, vete al diablo!" 

Las cinco mil personas presentes quedaron paralizadas de asombro. Entonces, como si quisiera estar seguro de que todos lo habían oído, el animal repitió la frase. Pero Aimee no iba a dejar las cosas así. Aprovechó el error (como lo hacía con todos los inconvenientes), como una oportunidad para "testificar" al animal, animándolo a responder. Cuando el loro respondió exactamente con las mismas palabras, el público comenzó a reír a carcajadas. Aimee finalmente "persuadió" al ave de que siguiera el verdadero camino cristiano, prometiéndole una jaula en el cielo por haber participado de su representación.  

Naturalmente, había quienes perseguían a Aimee por los métodos que utilizaba. Pero ella les respondía públicamente diciendo: 

"Muéstrenme una manera mejor de persuadir a las personas a venir a la iglesia, y con todo gusto la pondré en práctica. Pero por favor... no me pidan que predique a asientos vacíos. No perdamos el tiempo peleando por métodos. Dios puede utilizarnos a todos. ¿Recuerdan la receta del viejo adagio, para preparar guiso de conejo? Comienza diciendo: 'Primero, atrape un conejo".

ESTRELLAS, INSTITUTO BIBLICO, RADIO



Muchas estrellas de Hollywood estaban interesadas en lo que Aimee tenía para decir. Mary Pickford, lean Harlow y Clara Bow asistían con frecuencia a Angelus Temple. Charlie Chaplin se escabulló en algunos de los cultos, y tiempo después se haría muy amigo de la evangelista. En realidad, Chaplin ayudó a Aimee con la presentación escénica de sus sermones ilustrados, y Aimee le mostró la verdad de la vida. 

Anthony Quinn tocaba en la banda de Aimee. Quinn estuvo con Aimee antes de su gran debut como actor. Cuando era un adolescente, Aimee lo llevó como intérprete en una cruzada en español. El actor de renombre mundial, diría más tarde que uno de los momentos más importantes de su vida fue cuando Aimee lo descubrió, y agregaría: 

"Años después, cuando veía a las grandes actrices en acción, las comparaba con ella...Ingrid Bergman... Katharine Hepburn... Greta Garbo... todas ellas no llegaron a producir ese primer choque de electricidad que Aimee Semple McPherson me produjo".

En febrero de 1923, Aimee abrió su escuela de ministerio que finalmente se conocería como el Instituto Bíblico Faro del Evangelismo Cuadrangular Internacional. Aimee era una ávida instructora. 

En el instituto, la "Hermana", como todos la llamaban en el movimiento, servía como profesora y revelaba abiertamente sus puntos fuertes y sus debilidades a los alumnos. Sus autores cristianos preferidos eran Wesley, Booth, y un líder de avivamientos en Canadá, llamado Albert Benjamin Simpson. Aimee muchas veces citaba a estos hombres y enseñaba basándose en sus obras. 

Algunas veces probaba a los alunmos, saliendo antes de la clase y pidiéndoles que se quedaran orando. Entonces se escondía en un pasillo y cuando los alumnos salían, ella observaba quiénes salían sin prestar atención a nada, y quiénes eran lo suficientemente atentos para fijarse y levantar un papel del suelo. Después, los que prestaban atención recibían sus elogios, ya que Aimee pensaba que la atención a los detalles producía ministros sensibles y valiosos. 

En febrero de 1924, Aimee abrió la radio KFSG, con la primera licencia radiofónica jamás otorgada a una mujer. También fue esta la primera estación de radio cristiana que existió. 


¿HA MUERTO AIMEE?




En 1926, Aimee necesitaba unas buenas vacaciones, así que viajó a Europa y a la Tierra Santa, pero acabó predicando la mayor parte del tiempo. A su regreso, se produjo el mayor escándalo y la más fuerte controversia de todo su ministerio. El 18 de mayo, mientras disfrutaba de una tarde en la playa con su secretaria, hizo unas notas finales para un sermón que predicaría esa noche. Luego pidió a su secretaria que llevara las notas al Templo. Cuando esta regresó, Aimee no estaba. Pensando que había ido a nadar, la secretaria la buscó en el agua, hasta que, sin encontrarla, finalmente avisó a las autoridades. 


Durante los siguientes treinta y dos días, la desaparición de Aimee fue la noticia más comentada del mundo. Las playas de Los Ángeles fueron registradas minuciosamente, y también el mar. Pero no encontraron nada. 

Mientras tanto, en Angelus Temple se recibió una carta pidiendo un rescate de $ 25.000. Minnie lo arrojó a la basura, junto con el resto de la correspondencia disparatada que en esos días recibían en abundancia. Entonces llegó otra carta, de otro lugar, pidiendo $ 500.000, y la prensa se volvió loca. Todos decían haber visto a Aimee en algún lugar. Cierta vez, dieciséis personas dijeron haberla visto en lugares diferentes del país, todo en un mismo día.


SECUESTRADA ...!!!



Finalmente, el 20 de junio se realizó un culto en memoria de Aimeeen Angelus Temple. Tres días después del culto, entró caminando a Douglas, Arizona, desde el desierto de Agua Prieta, México.

Cuando le preguntaron dónde había estado, contó al mundo que aquel día, en la playa, después que su secretaria se fue, un hombre y una mujer se le acercaron para que orara por su hijo, que estaba agonizando. Dijo que la mujer estaba llorando, y que el hombre le había traído una capa para cubrir su traje de baño, esperando que ella consintiera.

Ella accedió y los siguió hasta su auto. Aimee explicó que había hecho algo similar muchas veces antes en su ministerio, y nunca había prestado demasiada atención.

Pero cuando los tres se acercaron al auto, Aimee notó que estaba en marcha. Había un hombre al volante, y la joven que decía ser la madre del niño entró al auto antes que ella. El "padre" le dijo que entrara al auto, mientras la empujaba con rudeza. Lo siguiente que Aimee supo fue que alguien le echaba la cabeza atrás, y la mujer le cubría el rostro con un paño empapado en cloroformo.

Cuando Aimee despertó, encontró que la habían llevado a una choza y una mujer y dos hombres la vigilaban. Luego relataría que estas personas la amenazaron, le cortaron un mechón de cabello, y quemaron sus dedos con un cigarro. También dijo que la llevaron a otro lugar, que los dos hombres habían salido, y que ella pudo escapar cuando la mujer salió a hacer compras. La mujer había atado a Aimee con sábanas antes de salir, pero Aimee pudo cortarlas con el borde de una lata. Una vez que logró librarse, salió por una ventana y caminó durante horas por el desierto hasta llegar a una cabaña en Douglas, Arizona.

Cuando finalmente la policía aceptó darle ayuda, una vez que probó su "supuesta" identidad, Aimee llamó a Minnie en Los Ángeles. Pero ni siquiera Minnie le creyó hasta que Aimee le reveló un secreto que sólo ella podría haber conocido sobre su vida personal.


¿QUÉ CREE USTED?



Después de pasar una noche en el hospital, Aimee fue recibida por cincuenta mil personas en Angelus Temple. Pero su odisea sólo había comenzado Aimee había acusado y descripto a sus captores, pero estos nunca fueron hallados. Y cuando la policía la acompañó en un esfuerzo por recrear el camino que ella siguió en el desierto, no había choza alguna que correspondiera con su descripción. 

Entonces, el fiscal de Los Ángeles, Asa Keyes, acusó a Aimee de mentir, e hizo grandes esfuerzos por desacreditarla. Algunos decían haberla visto en un bungalow de Carmel con su productor de radio, Kenneth Ormiston y Keyes convocó varios testigos intentando confirmar el hecho.


 

En lo que a los secuestradores respecta, es cierto que Aimee tenía muchos enemigos en el mundo "subterráneo". Los gángsters tenían una gran red de prostitución, tráfico de drogas, prestamistas y ventas ilegales en la zona de Los Ángeles. Y Aimee había ganado a varios de sus elementos clave para el Señor.

También es cierto que Aimee permitía con frecuencia que los recién convertidos relataran el testimonio de su salvación. Pero cuando estos ex integrantes del submundo daban sus testimonios, con frecuencia no sólo decían cómo habían sido salvos, sino que también exponían públicamente las obras delictivas de sus ex compañeros, muchas veces mencionándolos por nombre.

Aimee jamás modificó su versión de cómo había sido el secuestro. En realidad, la suya fue la única versión que nunca cambió. Los reporteros, los detectives y los fiscales cambiaban sus versiones una y otra vez. Aun los testigos convocados en contra de Aimee cambiaron su testimonio. Y cuando lo hicieron, los cargos contra ella de corrupción de la moral pública, obstrucción de la justicia, y conspiración 


para forjar evidencias finalmente fueron retirados. 

Un aspecto secundario pero interesante de este escándalo es, por ejemplo, que el fiscal de distrito Keyes finalmente fue sentenciado a prisión en San Quentin. Y el abogado de Aimee fue hallado muerto tiempo más tarde. Los hechos sugerían, según muchas personas, que realmente la mafia estuvo involucrada en lo sucedido.


¿LE ROMPIÓ LA NARIZ A MINNIE?



Después de su regreso al ministerio, Aimee se colocó las vestíduras de una verdadera evangelista apostólica. Se aparecía en los clubes nocturnos, salones de baile, salones de billares y peleas de box para anunciar sus reuniones durante los intermedios. A los managers les gustaba la publicidad, y el público amaba a Aimee.

Aimee no tenía miedo de los pecadores del mundo y ahora buscaba aún con mayor fervor llevar a Jesús adonde estas personas estaban. Le parecía gracioso que tantos cristianos pusieran límites en cuanto a dónde debería predicarse el evangelio, y dónde no.

Pero a fines de 1926, demanda tras demanda la acosaba, y sus auspiciantes involucraban a Aimee en toda clase de emprendimientos y negocios. Cuando sus planes fallaban, la culpa y las boletas sin pagar siempre recaían sobre Aimee. Los abogados sólo empeoraban las cosas.

Y ahora, más que nunca, Aimee necesitaba desesperadamente un amigo. Necesitaba alguien en quien poder confiar. Parecía que todos aquellos que habían estado cerca de ella la habían traicionado o se dejaban desanimar por las críticas.

Aun Minnie, su madre, ahora fluctuaba en su apoyo a Aimee. Minnie pasaba de un momento a otro del rol de madre devota y fiel ayudante al de malévola supervisora de un ministerio que no podía comprender. Siempre criticaba a su hija cuando veía las cosas en forma diferente, y pronto comenzó a hacerlo públicamente.

Aimee siempre había honrado a su madre en público, pero cuando Minnie comenzó a hacer públicas sus duras críticas, llegó un punto de ruptura. Ahora que su propia madre estaba luchando contra ella en público, Aimee se sintió completamente traicionada.

Y la iglesia comenzó a dividirse. Los que servían bajo la autoridad de Minnie luchaban por decidir a quién ser leales, mientras que la Junta de Ancianos apoyaba a Aimee. Cuando la"lucha terminó, los ancianos ayudaron a preparar el "plan permanente de retiro" de Minnie.

Milagrosamente, en medio de todo esto, Aimee compuso su primera ópera, en 1931, y la llamó RegemAdoratge, "Adorad al Rey". A continuación hizo una nueva visita a Tierra Santa. Pero vacilaba en regresar a su hogar, debido a las dificultades crecientes que tenía con su madre. Y sus aprensiones eran ciertas, porque cuando finalmente regresó, ella y Minnie se dijeron todo lo que tenían que decirse.


Era sabido que cuando Minnie se enfurecía con Aimee, sus palabras eran crueles y malignas. Pero después de esta ronda final de sus famosos desacuerdos, la prensa se enteró de que Minnie había acabado con la nariz lastimada y cubierta con vendas. Los titulares que acompañaban a su fotografía, colocada en primera plana, decía, engañosamente: "¡MAMÁ DICE QUE AIMEE LE ROMPIÓ LA NARIZ!" 


Pero las cosas no eran como parecían. En realidad, Minnie acababa de salir de una cirugía estética la noche en que túvieron la famosa pelea, y más tarde negó todo el asunto. De todas maneras, ese fue el final. Minnie ya no estaba en el ministerio. 

Después del "retiro forzado" de Minnie, se formó una fila de personas que querían el puesto de administrador del ministerio. Además de los gastos que le implicaba el arreglo con su madre, más la depresión, más los juicios, las deudas de Aimee crecieron rápidamente. En realidad, pasó los diez años siguientes arreglando todos los juicios y pagando a sus acreedores. Y cuando finalmente quedó sin deudas, colocó un cartel celebrando el hecho en lo alto del Templo. 


ELLA NO ES BIÓNICA



Pero la tensión de todo esto simplemente había llegado a ser más de lo que Aimee podía soportar, yen 1930 sufrió un colapso emocional y físico total que la obligó a confinarse en una cabaña en Malibú bajo el cuidado constante de un médico. 


Después de diez meses, regresó a Angelus Temple, y hasta cierto punto, se recuperó. Pero nunca recobró la energía y el vigor que antes tuviera. Su médico explicaba el problema diciendo simplemente que Aimee "no lograba tener el descanso que necesitaba". 

Para cuando llegó 1931, Aimee se sentía muy sola. El precio de la fama era demasiado alto: no tenía amigos íntimos, y deseaba desesperadamente compañía. Rolf se casó con una alumna del instituto bíblico a mediados de ese año, y su madre se sintió profundamente feliz. Después, el 13 de septiembre de 1931, Aimee se casó con su tercer esposo, David Hutton. 

Se dice que debido a su soledad y su desesperada necesidad de amor y protección, Aimee imaginó toda clases de virtudes en este hombre, que él sencillamente... no tenía. No mucho después de casarse, Hutton fue demandado por otra mujer a la que había prometido matrimonio. El juicio duró un año y la corte falló en contra de Hutton. 

Pero Aimee continuó con su llamado en todo el país. En Nueva Inglaterra miles de personas fueron a escucharla y convirtieron a sus reuniones en un tremendo éxito. Debido a su estado de salud, el 22 de abril de 1937, Aimee presentó su renuncia como pastora de Angelus Temple, pero la misma fue rechazada. En enero siguiente partió hacia Europa, siguiendo el consejo de su médico. Nuevamente miles de personas asistieron a sus reuniones. Mientras estaba en Europa, Hutton, en medio de un gran escándalo, inició el divorcio. 


LA REINA DE LA GUERRA SILENCIOSA



Los años entre 1938 y 1944 fueron muy tranquilos para Aimee. Muy poco se decía de ella en la prensa. Aimee era demandada por empleados disconformes, pastores asociados y cualquier otra persona que pensara que podía sacarle un dólar. 

Entonces contrató a un nuevo administrador, Giles Knight, que la mantuvo lejos de la vista pública. Todo reportero tenía que pasar por él para verla, y él negaba entrevistas a todos. Aimee tenía informado a Knight de sus actividades, y se mantenía alejada para poder vivir en forma medianamente anónima. 

Rolf McPherson aún hoy habla con gran aprecio de Knight por el servicio que este brindó a su madre, y que trajo tanta paz a su casa. Gran parte de los esfuerzos de Aimee durante estos años se dedicaron a pastorear, capacitar futuros ministros, establecer cientos de iglesias, y enviar misioneros por todo el mundo. Pero en 1942, también dirigió una banda de bronces y una guardia uniformada en el centro de Los Angeles, para vender bonos de guerra. Vendió $ 150.000 en bonos en una hora, por lo que el Tesoro de los Estados Unidos le entregó un reconocimiento especial por su actuación patriótica. 

También organizó reuniones de oración los viernes por la noche, en Angelus Temple, durante toda la Segunda Guerra Mundial, con lo cual se ganó el aprecio expresado del Presidente Roosevelt y del gobernador de California. 


UNA GRANDE DESCANZA


Para 1944, la salud de Aimee estaba muy debilitada, y sufría de enfermedades tropicales que había contraído durante sus viajes misioneros. En febrero de ese año, Aimee nombró a Rolf nuevo vicepresidente del ministerio. Este había probado ser fiel y sirvió bien a su madre durante muchos años. En realidad, él fue la única persona que permaneció a su lado tanto en los buenos como en los malos tiempos. 

En septiembre de 1944, Rolf voló a Oakland con su madre para dedicar una nueva iglesia. La ciudad estaba en medio de un apagón debido a la guerra, así que Aimee y Rolf pasaron parte de la noche juntos en el cuarto de ella, charlando sobre asuntos ministeriales y de familia. Las grandes multitudes y la obra del ministerio siempre hacían que Aimee se sintiera bien, por lo que se la veía muy animada. 

Unas horas después, Rolf se despidió con un beso de las buenas noches y fue hacia su cuarto. Aimee siempre había sufrido de insomnio. Estaba tomando sedantes recetados por su médico, y obviamente había tomado un par esa noche, para poder dormir. Probablemente no sabia cuántas pastillas necesitaría, pero sí sabía que debía descansar para poder estar en condiciones de predicar al día siguiente, así que decidió tomar unas pastillas más. 

Según los médicos, debe de haber sido casi al amanecer cuando Aimee sintió que algo andaba mal. Pero en lugar de llamar a Rolf, llamó a su médico en Los Ángeles. Él estaba haciendo una operación, por lo que no pudo contestarle. Ella entonces llamó a otro médico, que la derivó al Dr. Palmer, en Oakland, California. Pero antes de poder hacer esta tercera llamada, Aimee cayó en la inconsciencia. 

A las 10 de la mañana, Rolf intentó despertar a su madre y la encontró en su cama, respirando con gran dificultad. Al no lograr revivirla, llamó pidiendo la ayuda de un médico. Pero era demasiado tarde. 

El 27 de septiembre de 1944, Aimee Semple McPherson fue a descansar con el Señor. Tenía cincuenta y tres años. El cuerpo de Aimee estuvo tres días y tres noches en Angelus Temple. Sesenta mil personas desfilaron ante su ataúd para presentarle sus respetos. La plataforma en que se apoyaba el ataúd abierto, el foso de la orquesta y los pasillos del templo estaban llenos de flores.  Cinco autos llenos de flores debieron quedar afuera.


 

El 9 de octubre de 1944, fecha del cumpleaños de Aimee, una caravana de seiscientos automóviles se dirigió hacia el Cementerio Privado Forest Lawn, donde esta Generala de las primeras filas del ejército cristiano fue sepultada. En el cementerio entraron dos mil personas, más mil setecientos ministros de la Iglesia Cuadrangular que Aimee había ordenado. 

La historia completa de Aimee Semple McPherson jamás podría ser contada en un solo capítulo. Como en el caso de otros grandes Generales de Dios, sólo el cielo revelará todo lo que ella hizo. Pero para estas páginas, digamos que, en toda su vida, Aimee compuso 175 canciones e himnos, varias óperas y trece dramas-oratorios. También predicó miles de sermones y más de ocho mil ministros se graduaron en su instituto bíblico. Se estima que durante la Gran Depresión, aproximadamente un millón y medio de personas recibieron ayuda de su ministerio. 

Y hoy, la denominación Cuadrangular continúa extendiendo las verdades de la Palabra de Dios como le fueron reveladas a la hermana McPherson, en su Declaración de Fe del Evangelio Cuadrangular original. Las cuatro esquinas son: "Jesús es salvador; Jesús es sanador; Jesús bautiza en el Espíritu Santo; Jesús es el Rey que viene".


DIRIGE TU DESTINO



Para terminar, quisiera concentrarme en un punto importante que Aimee siempre repetía a sus estudiantes en el instituto bíblico: 

"Quédate en la mitad del camino" .

Por todo lo que has leído de ella ahora, queda en claro que con esto no se refería a comprometer sus valores. La hermana Aimee hablaba de la fortaleza que es necesaria para mantenerse firme en un mismo lugar. Y para ella esta afirmación tenía un doble significado: 

Primero, decía Aimee, manténte firme en medio de la corriente de la vida, y no permitas que el mundo secular te conforme según su modelo. Sé desinhibido, y demuestra el amor y la libertad que Jesús trajo a la tierra libremente. Permanece firme ante las presiones, sin ceder por temor. Sé osado para llevar a cabo el plan de Dios para tu vida en la fortaleza de lo que el cielo te ha llamado a hacer a ti.


Segundo, sé apasionado en los dones del Espíritu, pero nunca seas excesivo. No intimides a la gente sólo porque tienes el poder. Aimee generalmente utilizaba el ejemplo de un automóvil y su fuerza para demostrar este punto. Aunque un automóvil puede ir tranquilamente a 140 km/h, sería muy tonto acelerarlo a tal velocidad en medio de una multitud. Aimee señalaba que el poder pleno del Espíritu Santo siempre estaba disponible, pero que debía ser utilizado para ministrar el servicio de Dios a los demás durante mucho tiempo. 


Lo que Aimee nos estaba diciendo al aconsejarnos que nos quedemos "en la mitad del camino" era esto: los excesos pueden llevamos a la cima muy rápidamente, pero finalmente también nos harán estallar y caer hechos pedazos a la tierra. La fe cristiana es una forma de vida; corre como en un maratón, no una carrera de cien metros. Ahora, toma la antorcha que Aimee nos ha pasado, y no te conformes con la mediocridad de una vida "religiosa". Sacude al mundo para Dios con la libertad, la osadía y la sabiduría que el Señor te ha dado. Y párate firme en "la mitad del camino"; cumple tu destino personal en el llamado de Dios.





Sobre el autor: 

Roberts Liardon es uno de los líderes cristianos más respetados de nuestra generación. Como autor, orador, líder espiritual, historiador de la iglesia, y humanitaria, que ha ministrado en más de 125 países. Sus libros han sido traducidos a más de sesenta idiomas, y más de quince millones han sido vendidos en todo el mundo.
Como adolescente, Roberts se inspiró para empezar a escribir y producir una serie de libros y vídeo tituladoGenerales de Dios , que narra la vida de los líderes cristianos protestantes. El primer volumen de pentecostales y carismáticos ministros fue un éxito inmediato, y con volúmenes posteriores Roberts se ha convertido en una autoridad reconocida en la historia de los movimientos protestantes.
En sus veinticinco años, Roberts construyó una de las iglesias de más rápido crecimiento en los EE.UU. y estableció su primera, Biblia universidad acreditada. A partir de este ministerio, fundada hace más de cuarenta iglesias y construyó cinco institutos bíblicos de todo el mundo. Él siempre ha ayudado a los pobres y necesitados a nivel local, a través de América, y en todo el mundo.
Recientemente, Roberts puso en marcha un nuevo programa de televisión llamado Generales de Dios con Roberts Liardon . Él sigue hablando a esta generación de cristianos e iglesias, ayudándoles a acercarse más a Dios, crecer en madurez espiritual, y el impacto en sus comunidades.
                  https://www.robertsliardon.org/




Este material fue redactado y pasado del original
con el fin de compartirlo con creyentes fieles dentro
de la iglesia, y no con fines de comercialización.
Pastor: Mario Pérez
01 de Octubre de 2013

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